Las intensas lluvias que cayeron la semana pasada sobre la Isla obligaron a la dirección del IES Pasqual Calbó i Caldés de Maó a cerrar tres aulas de la parte más antigua del edificio a causa de las considerables goteras que en ellas aparecieron. También el polideportivo quedó impracticable durante algunas jornadas por las filtraciones de agua, un problema que ya se produjo el año pasado y que la Conselleria de Educación se comprometió a solventar.
Las aulas no se pudieron utilizar en toda la semana, una circunstancia que también se produjo durante varios días de septiembre. Ante esta circunstancia se optó por trasladar a los alumnos a dependencias de la zona del centro de más reciente construcción, pero que sigue presentando un handicap: no ha llegado, ni se le espera, el mobiliario. Por eso, los estudiantes tuvieron que utilizar sillas de brazo y una pizarra de circunstancias, con rotuladores.
Esta semana se ha podido recuperar el uso de las aulas, que aún huelen a humedad y en las que los chorros de agua han dejado rastro y secuelas. La dirección del centro ha dado parte a la Conselleria de Educación de la situación, aunque no ha obtenido respuesta. En otra aula de la zona nueva se han producido filtraciones de humedad de menos calado.
En el caso del polideportivo, las filtraciones son menores que las que se produjeron el curso pasado, en enero, cuando se generaron auténticos charcos en la pista. Aún así, el profesor correspondiente consideró que corría riesgo la integridad física de los alumnos, por lo que se decidió trasladar algunas de las sesiones.
Tras las inundaciones en el polideportivo del año pasado, el entonces delegado territorial, Julián Hernández, anunció una inversión de 35.000 euros para solventar el problema. No llegó. La asociación de padres del centro asumió un arreglo, pero en cuanto ha caído una cantidad considerable de litros no ha evitado las filtraciones. Y continúa lloviendo.