El silencio mata. Una afirmación contundente pero cierta. Quien pronuncia esta estremecedora frase aún tiembla cuando debe hacer frente a su triste realidad. Afortunadamente, el silencio no llegó a apartarla de la vida, pero estuvo cerca.
Victoria Maria Bosch enterró su vida, lapidó su nombre, borró su pasado y anuló su propia vida para poder iniciar otra donde el maltrato no existiera en su diccionario. Bajo este seudónimo, un rostro oculto y una serie de realidades de su pasado que no podemos mencionar para preservar su identidad, Victoria Maria Bosch ha dado un paso al frente para denunciar la violencia machista a la que tuvo que sobrevivir durante una década. Su coraje para animar a todas las mujeres que se encuentran en una circunstancia similar —que las hay y muchas, asegura— a que denuncien la ha llevado a escribir una desoladora y estremecedora autobiografía.
«El silencio de los malos tratos», unas confesiones que la han ayudado a que sus heridas cicatricen más rápido. Ahora «vuelvo a ser feliz», espeta. Y es que Bosch asevera que «el maltrato es un tabú para muchas mujeres», de ahí que pretenda sensibilizar a la población de la crueldad de este sufrimiento a partir de su propio infierno.
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Idò, el que jo he llegit sobre la qüestió no convida a l'optimisme. Entre el sector de població més jove sembla que hi ha instal·lats també clixés matxistes i de violència de gènere. Tal volta reforçats per la creixent immigració que porta els porta, en alguns casos, instaurats culturalment. S'hauria de treballar a les escoles per donar a conèixer aquesta realitat i que es reflexioni que la violència no pot ser la base de cap relació i menys encara una relació de parella. I la violència no és només de tipus físic, sinó també psicològic, un tipus de violència més subtil que fa igual o més mal.