Óxido, cristales rotos, ventanas tapiadas, pintadas, cascotes en el suelo, ramas de árboles a punto de desprenderse... Es el aspecto que ofrece el antiguo hospital Verge del Toro, un imponente edificio ubicado en una de las zonas más preciadas de Maó y convertido en emblema de los edificios públicos en desuso desde que a principios de 2007 se abriese el hospital Mateu Orfila, relegando este bloque a la categoría no oficial de 'mamotreto'.
Más allá de los daños y el deterioro visible, el inmueble esconde también problemas estructurales, tal y como revelaron años atrás las catas realizadas. Su recuperación como centro sociosanitario, el único uso al que podía optar la Conselleria de Salud, todavía gestora del edificio, implicaba una fuerte inversión que, vistos los pasos dados por el Govern y a falta de una valoración que este diario intentó ayer recabar sin éxito, no está dispuesta a realizar en las actuales circunstancias económicas. Desde el inicio del mandato, desde el Ayuntamiento de Maó se han mantenido reuniones con la Conselleria con el objetivo de desencallar una situación engorrosa.
Ya a principios de año la propia alcaldesa, Águeda Reynés, apuntaba a la salida encontrada finalmente como la opción más viable para terminar con un deterioro que obliga a apartar la vista.
El solar fue inicialmente cedido por el consistorio, pero transcurridos 30 años ha perdido todos los derechos sobre el mismo: «El edificio se está degradando y se trata de buscar soluciones », explica Reynés, quien lamenta su «horrible» estado.
«Somos los primeros interesados en encontrar una solución». Esa salida parece que pasa por abrirlo a inversores privados para que le den un uso y lo rescaten de un abandono que afea un espacio emblemático de la ciudad.