No es la mujer que inspiró la famosa película «Gorilas en la niebla» pero es igualmente una leyenda. Ella, a diferencia de Dian Fossey, está viva y continúa a sus 81 años con el activismo en favor de los chimpancés que la ha hecho mundialmente conocida. Jane Goodall es la primatóloga y naturalista británica que, a través de su organización global, el instituto que lleva su nombre, aboga por la conservación de estos primates. En una de sus sedes, en la Reserva Natural de Dindéfélo, trabaja una menorquina, Emma Pons Olives (Sant Lluís, 1986).
¿Cómo llegó una joven diplomada en turismo hasta Senegal?
— Cuando finalicé mis estudios tuve muy claro que quería especializarme en el turismo como herramienta de conservación y desarrollo en zonas frágiles o en países en vías de desarrollo.
¿Y cómo halló el Instituto Jane Goodall España?
— Empecé buscando organizaciones no gubernamentales e instituciones relacionadas con la conservación de la vida salvaje y medio ambiente, y que incluyeran en su plan turismo sostenible, y así fue como encontré el IJGE.
¿Sentía una especial atracción por África o los chimpancés? ¿Por qué decidió marchar?
— No especialmente por los chimpancés o simios, pero sí un gran interés por la fauna en general y por conocer África. En 2012 vine Senegal con una amiga; es un país tranquilo, estable y fácil para viajar de manera independiente. Fue mi primera toma de contacto con África. Además, en Barcelona tenía un trabajo que no tenía nada qué ver con mis estudios.
¿Cómo se preparó para la aventura?
— Era consciente de que tendría que empezar como voluntaria para introducirme en este campo del turismo, así que ahorré durante dos años para poder costear una estancia a largo plazo. Contacté con el Instituto para aprender y trabajar en algo relacionado con mis estudios -aunque no tenga un sueldo-, adquirir experiencia laboral y ampliar curriculum.
¿Cuál es la labor que desarrollan los voluntarios?
— En investigación, el Instituto estudia el comportamiento, la biología y la ecología de distintos grupos de chimpancés, además del monitoreo de otras especies y estudios sobre la sostenibilidad. En conservación, acompañamos a las autoridades locales y nacionales en la gestión de espacios y especies protegidas y la gestión de recursos naturales, enfatizando la resolución de conflictos. Y en cuanto a desarrollo, actúa en el sector del agua y saneamiento, creando pozos, en educación, construyendo escuelas, y generando riqueza, con programas de ecoturismo.
Tengo entendido que están en una zona donde hay chimpancés en peligro de extinción, y son los más próximos al comportamiento de los primeros humanos ¿Cómo es el trabajo diario?
— El principal objetivo del Instituto Jane Goodall es la conservación del chimpancé de África del Oeste y de su hábitat, así como la gestión sostenible de la Reserva Comunitaria de Dindéfélo. El chimpancé de Senegal, el Pan troglodytes verus figura en la lista de la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) como especie en peligro de extinción, la destrucción y degradación de su hábitat amenazan su existencia.
¿Cuántos quedan hoy día?
— Existe una población estimada de 300 a 500 individuos en Senegal, y se encuentran únicamente en la región de Kédougou, donde estamos nosotros. El chimpancé, aparte de compartir un 98,5 por ciento del ADN con el Homo Sapiens, tiene comportamientos sociales y tecnológicos que nos dan pistas sobre nuestros propios orígenes como especie.
¿Está en contacto con ellos?
— Yo personalmente no estoy en contacto con los chimpancés, aunque alguna vez sí he tenido la oportunidad de ir con alguno de mis compañeros en sus salidas a campo.
Y a la doctora Goodall ¿ha podido conocerla?
— Desgraciadamente aún no. La doctora Jane Goodall viaja durante 300 días al año por el mundo para difundir el mensaje del Instituto. En febrero de 2014 estuvo en Dindéfélo para inaugurar la Estación Biológica Fouta Jallon, la primera de África del Oeste, el centro de investigación donde trabaja el IJG, pero yo todavía no había llegado; me incorporé al equipo en abril de ese año.
¿Dónde viven los voluntarios?
— Cada uno de nosotros vive con una familia local, comemos, cenamos y dormimos allí, aunque pasamos la mayor parte del día en la Estación Biológica, donde disponemos de recursos para trabajar, como electricidad. En el tiempo libre intentamos estar con las familias de acogida, aprender la lengua local (el pular) y sus costumbres.
¿Qué opina la gente de la zona de vuestra presencia?
— Mayoritariamente la población está contenta con nuestro trabajo, estamos como asistencia técnica y son los actores locales los que aprueban cada decisión y participan en el trabajo realizado. Claro que los proyectos de conservación a largo plazo son más complicados de gestionar y de hacer llegar a la población que los de corto plazo con resultados inmediatos, como la construcción de una escuela.
¿Cómo ha sentido el peligro del virus del ébola?
— Hubo un par de casos a 80 kilómetros de aquí, en Guinea Conakry, aunque está controlado y no ha habido más casos nuevos desde hace meses. Está a punto de declararse zona libre. En la peor época del virus, la población actuó rápidamente para evitar contagios. Al cierre de fronteras y mercados se añadió una cierta paranoia por no dar la mano. ¡Resultaba curioso! en un entorno donde no estrechar la mano se considera de extrema mala educación... ¡Pero esa vigilancia ha permitido evitar casos a este lado de la frontera durante la epidemia!
¿Qué es lo que más le gusta de Senegal?
— Lo que más me gusta es lo que se describe con el concepto de téranga senegalesa, que significa hospitalidad en wolof, la lengua nacional. Jamás nos ha faltado un plato de comida o un sitio donde dormir, independientemente de conocer o no a las personas.
¿Cuánto tiempo se quedará?
— De momento pienso que como mínimo un año más. Aunque Senegal me gusta no me planteo vivir aquí para siempre. Te acabas acostumbrando a estar sin electricidad y agua corriente, pero creo que uno de los mayores impedimentos es la alimentación, una dieta monótona basada en arroz y diferentes salsas, la más típica la de cacahuete.
¿Cuáles son los principales problemas de esta comunidad?
— El más acuciante es la falta de agua debido a la estación seca, que dura unos 7 u 8 meses. En el país, a pesar de no ser de los peores de África, la educación y la sanidad son deficientes, sobre todo en las zonas rurales, donde el acceso a estos servicios es casi imposible. Es muy probable que este año escolar sea declarado année blange (año blanco), es decir, la anulación de todo el año debido a las continuas huelgas de profesores en todo el país.
Sobre los animales. Recientemente una juez de Nueva York ha reconocido el habeas corpus a dos chimpancés privados de libertad y que habían sido utilizados para experimentación. ¿Qué le parece la noticia?
— Todo lo que suponga un avance en los derechos de los animales me parece un logro. Su futuro debería ser la reinserción en el hábitat natural, pero lamentablemente eso no es posible debido a muchos factores, y por ello se deben habilitar instalaciones que les permitan vivir dignamente y de la manera más feliz posible el resto de sus vidas. En esa línea me gusta la propuesta ZooXXI que acaba de presentarse en Barcelona y que proponer cambiar completamente el concepto de zoos para convertirlos en otra cosa; de hecho es el principio de un cambio más grande en la percepción popular de los animales como cosas. Recomiendo a los lectores que le echen un vistazo.
¿Debe finalizar la experimentación con ellos, puede sustituirse gracias a la tecnología actual?
— Personalmente creo q ue sí, que debe finalizar la experimentación con animales y sí creo que es posible sustituirla por la tecnología actual; el problema es que la experimentación animal es mucho más económica, por lo que las grandes empresas siguen empleando ese método.
Dos chimpancés se fugaron este mes de un parque safari en Mallorca. Uno fue abatido a tiros y el otro apareció muerto, ahogado en una balsa. Un suceso que han criticado entidades animalistas ¿qué opina?
— Pese a no conocer los detalles exactos de la intervención, me alineo con la opinión del Instituto Jane Goodall. (El organismo condenó y repudió públicamente el desenlace de este incidente). La actuación y las medidas tomadas en el caso de Sa Coma parecen absolutamente fuera de lugar. Esperemos que la investigación aclare mejor lo sucedido y que no vuelva a pasar.