Reconstruir el restaurante Es Pla a partir de una prórroga en la concesión que expira el próximo año 2017 o un nuevo contrato es una opción que puede cobrar fuerza a partir de la voluntad expresada por parte de la familia que levantó Es Pla a mediados de la década de los 60.
Mientras Juan Fernando Garriga, único propietario actual, continúa tratando de asimilar la pérdida del establecimiento que ha sido su vida, y todavía este miércoles por la mañana no había aparecido por el lugar, su sobrino, Sebastià Garriga, revelaba a este diario su intención de solicitar la concesión del suelo de dominio público donde se halla el establecimiento en el caso de que su tío no lo haga.
La posibilidad de que Juan Fernando, de 68 años, se embarque en esta nueva empresa no está descartada. Reacio a manifestarse, su hijo Sebastià, médico de profesión en el Hospital de Manacor, viajó el mismo martes a Menorca tras lo sucedido. Explica que su padre se halla muy afectado por el desastre, que no ha visitado las ruinas ni cree que lo haga por el momento, y que no puede prever cuál será la decisión respecto al futuro. «Yo sé lo que le aconsejaría, pero no sé qué hará cuando asimile lo sucedido. Se encuentra bien físicamente, el restaurante es su vida y lo único que sabe hacer es eso, trabajar», comenta tras admitir la profunda pena que siente la familia.
Por su parte, el sobrino del actual propietario Sebastià Garriga Mallo ha manifestado su disposición a coger las riendas del establecimiento y asumir la inversión de levantar de nuevo el restaurante, en vistas a 2017. Eso sí, siempre y cuando se le garantice (mediante concesión) que podrá gestionarlo un mínimo de diez años. «Sería una nueva concesión, con un nuevo propietario pero de la familia originaria», destaca el nieto del fundador, Sebastià Garriga Fuxà.
Garriga Mallo, que lleva trabajando 20 años en Es Pla como camarero, anuncia que en los próximos días remitirá un escrito al Ayuntamiento y a Ports con esta propuesta. Asegura que quiere «dar continuidad a un restaurante emblemático y que económicamente funciona». Aboga por un inmueble más pequeño, más integrado y más adecuado al siglo XXI».
La pelota ahora está en el tejado del Govern que deberá decidir si está dispuesto a renovar o convocar de nuevo un concurso para ceder este espacio público para uso privado.