Los payeses se encuentran en pleno proceso de siega de forrajes. Una producción que es resultado de la caprichosa climatología de los últimos meses, que ha afectado de manera desigual a los pastos menorquines y que ha castigado notablemente los campos del sur de Ciutadella.
Después de pasar uno de los inviernos más secos de las últimas décadas, la primavera dejó caer algo de lluvia que permitió mejorar la situación en algunas zonas, sobre todo las ubicadas en el centro. No fue así en todo el sur, donde la producción de forraje «ha sido catastrófica», explica el presidente de Fagme, Pau Bosch. El director insular de Medio Rural y Marino, Miquel Truyol, utiliza la palabra «desastre» para definir la situación.
«Hay payeses que no han podido recoger casi nada», afirma Bosch. En los peores casos, hay quienes ya no disponen de reservas de forraje, lo que les obliga a comprar pienso o alfalfa para los animales, un gasto extra al que muchos no pueden hacer frente. «Normalmente el forraje alcanzaba hasta pasado Sant Joan, a veces hasta julio», comenta Bosch, quien sostiene que las previsiones del Govern, en las que cifraba la reducción en un 75 por ciento, se han cumplido.
Más optimista, a pesar de la situación, es Truyol. «Los que sembraron tarde perdieron la cosecha mientras que los que lo hicieron pronto aguantaron, eso sí, a veces teniendo que sembrar de nuevo», explica.
Todo lo contrario ha sucedido en las zonas con mayor humedad y tierras profundas, como las del Pla Verd, donde la producción ha sido «extraordinaria», según Bosch. La zona norte es la más desigual, con campos muy afectados y otros con cierta producción.