La inversión para tener una isla 100% renovable se ‘amortizaría' en tres años

La transición sin más demoras hacia las energías renovables y un cambio radical de los cimientos sobre los que se sustenta el sistema productivo actual son las cuestiones básicas que se deben afrontar de inmediato para que el planeta continúe siendo, a largo plazo, habitable en unas condiciones soportables. Esta es quizá la principal conclusión que se pudo obtener el jueves por la noche de la tertulia sobre clima, energía y crisis organizada por la Sección de Ciencia y Técnica del Institut Menorquí d'Estudis, dentro de las acciones divulgativas del proceso de elaboración de las Directrices Estratégicas de Menorca, con Jesús Cardona como coordinador y moderador del evento. Asistieron un centenar largo de personas.

Siete voces autorizadas abordaron distintos aspectos del asunto, desde perspectivas tanto globales como locales. El punto de partida de Menorca, según describió el ingeniero técnico industrial Rafael Muñoz, es una isla que importa el 99 por ciento de la energía primaria que utiliza, con un predominio casi absoluto de energía de origen fósil, con un coste equivalente a 1,5 millones de barriles de petróleo al año, o lo que viene a suponer un desembolso de 248 millones de euros. Y esto cuando las inversiones para tener una energía cien por cien renovable producida en la Isla se situarían entre los 500 y los 700 millones de euros, solo dos o tres veces más, una situación que se perpetúa, según Muñoz, de un modo incomprensible.

El ingeniero técnico Xavier Camps situó la dependencia de Menorca del petróleo en un 90 por ciento y puso el acento en que la mitad de la energía primaria se acaba perdiendo, no se consume. Esto es así por la escasa eficiencia de la central de Endesa que por cada unidad de energía que produce necesita tres. Así las cosas, la electricidad es la tercera parte de energía consumida, pero conlleva un 60 por ciento de las emisiones de dióxido de carbono.