Neumáticos viejos, muebles rotos, material de obra, colchones, electrodomésticos y restos de poda, entre otros materiales más difíciles de identificar, se acumulan en algunas parcelas vacías de la IV fase del polígono de Maó, sobre todo en el entorno de la calle Grecia, la más cercana a la zona rústica, que se está convirtiendo en una suerte de vertedero. La práctica –que a juzgar por las marcas de rueda de camión y tractor en el asfalto no parece que estén protagonizando solamente particulares-, no se trata de algo reciente ya que los restos se acumulan más allá de los arcenes formando estratos sobre los que incluso ha crecido una frondosa vegetación.
Desde el Ayuntamiento de Maó aseguran ser conscientes del problema. El concejal de Microciudad, Manolo Lora, califica la situación de «desastre» y, aunque asegura que no ha recibido ningún tipo de denuncia al respecto, adelanta que está pendiente «de hacer una gran actuación en la zona». Relata las dificultades que hay para extraer manualmente los residuos acumulados ya que en algunos tramos se encuentran en pendientes de varios metros. Entre tanto desperdicio afirma que incluso hay una barca abandonada de la que intentan encontrar el propietario.
El objetivo es contratar una grúa para que extraiga los vertidos y posteriormente vallar los solares para evitar que se sigan produciendo estas prácticas. La lejanía de esta zona de la última fase del polígono, que linda con el antiguo camino de Alaior, hace que los vertidos se puedan realizar minimizando riesgos: «Tenemos que evitar que el incivismo vaya a más», consideró Lora.