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El plan para llevar el gas a la central, fuera de plazo si Madrid no lo asume en un mes

El Ministerio de Energía debería dar el visto bueno antes de final de año para que entre en funcionamiento en 2020

Chimenea de la central de Cós Nou | Javier Coll

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El proyecto para que la central térmica de Maó deje de funcionar con fuel y gasoil y pase a nutrirse de gas natural tendría que aprobarse antes de final de año para que el nuevo sistema esté en funcionamiento en 2020, fecha límite que marca la Unión Europea para que las central haya aplicado las mejoras técnicas necesarias para cumplir con la reducción exigida de emisiones.

La medida promovida por el Govern en el marco de su plan de transición energética ha cosechado el apoyo unánime de todos los grupos políticos –incluido el PP– tanto en el Parlament, como en el Consell y desde la Conselleria de Territorio, Energía y Movilidad mantienen esperanzas de que el Ministerio de Energía cambie de postura y dé el visto bueno, aunque advierten de los condicionantes temporales: «La decisión debe tomarse antes de final de año y en el Ministerio son conscientes», advirtió el conseller Marc Pons.

Existen otras alternativas –como la que promueve la empresa– para que la central cumpla con los nuevos criterios europeos de emisiones en 2020, que no implican necesariamente una reducción de gases de efecto invernadero, sino de otros contaminantes. El cambio de la central a gas es eficaz en la reducción de azufres o óxidos de nitrógeno, pero además supone una reducción de emisiones de CO2 del 30 por ciento en la producción de electricidad.

Coordinación

El proyecto para llevar el gas natural a la central implica una serie de trámites administrativos y obras, por lo que necesita empezar a dar pasos si quiere llegar a tiempo: «Llevamos un año poniendo esta posibilidad encima de la mesa y Madrid llega tarde», lamentó Pons.

Desde su Conselleria explican que una vez el Ministerio diera el visto bueno, indicando a la compañía eléctrica las actuaciones necesarias y comprometiendo el presupuesto correspondiente (entre 75 y 90 millones de euros), el proyecto concreto requeriría entre otros trámites el visto bueno de la Comisión de Medio Ambiente, con informes tanto del Ayuntamiento de Maó como del Consell: «Sería fundamental la coordinación entre administraciones».

La actuación principal sería la construcción de una planta regasificadora para transformar el gas que llegaría en barcos en estado líquido.

La propuesta inicial –que está abierta a las modificaciones que quiera introducir tanto el Gobierno como Endesa– es que se ubique en el interior del recinto de la central térmica, pero si no fuera posible se buscaría suelo industrial en la ciudad.

También sería necesario el despliegue de un sistema de inyección de agua para reducir la temperatura de combustión, lo que requiere la extensión de una cañería o tubo subterráneo de agua que abastezca la central. Además, la central debería llevar a cabo actuaciones internas, ya que no todos los motores de producción están ya adaptados al uso de gas natural.

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