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El PP pide la renuncia de Antonio por «el colapso» de Urbanismo en Maó

Botella propone una mesa negociadora con Hidrobal para resolver la controversia del agua

Jordi Tutzó consulta documentos mientras escucha la intervención de Botella | Gemma Andreu

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Al pleno de presupuestos del Ayuntamiento de Maó acudieron este jueves por la tarde los de siempre en los últimos años. Zapatero, los actos de fe sobre el incremento o no del IBI, Montoro, el dispendio alegre de la izquierda, los recortes de la derecha, las personas, el recuerdo de Vicenç Tur siempre en boca de Botella, los bancos, su rescate, las subvenciones así o asá, el contrato del agua, bailes de cifras antagónicos, cuadros estadísticos... El resultado tampoco deparó sorpresas. El equipo de gobierno aprueba, la oposición rechaza. Trámite cumplido.

Salvador Botella, portavoz del PP, estableció varios frentes de ataque. El principal, la presión fiscal. Argumentó que hay margen para reducir impuestos con un simple ajuste a la realidad de los gastos. Como prueba de cargo presentó los porcentajes de ejecución del presupuesto de los últimos ejercicios, por debajo de las tres cuartas partes. También deslizó falta de rigor en cálculos.

Botella estuvo propositivo al plantear una mesa negociadora con Hidrobal y la oposición presente, con lo que el PP retiraría el contencioso al respecto. Y estuvo algo más incisivo (el tono no gustó al PSOE, pese a que ha tenido tardes mucho más volcánicas) pidió la revocación y renuncia de atribuciones a la concejala de Urbanismo, Dolors Antonio. Lo hizo al atribuirle «el colapso» de su departamento, una pérdida en inversión privada en la ciudad que ronda los 12 millones de euros en dos años. La cantidad resulta, dijo, de la base imponible que se deriva de un ICIO a la baja, más otros conceptos. «No sé como puede dormir con esto».

Entre muchas otras cosas, porque su intervención inicial fue extensa e intensa, también restó excepcionalidad a la distinción del Consistorio como gran inversor en cuestiones sociales. Según sus cuentas, con el PP se invertía más en la cosa, y la clave es que ahora el área suma negociados como la educación, que contempla la aportación a las escoletes. Por cierto, advirtió que esta financiación de los centros 0-3 está en precariedad jurídica por no realizarse concurso mediante.

El equipo de gobierno actuó a dos voces, pero con un mismo tono, música y letra. Jordi Tutzó, padre de la criatura, y Héctor Pons, como parte socialista, defendieron la vocación social y de reactivación económica de las cuentas municipales.

Ellos, como la alcaldesa Conxa Juanola en el remate final, defendieron los impuestos previstos por prudencia, necesidad y voluntad. Lamentaron la falta de autonomía derivada de Madrid. De la mesa negociadora del agua, la idea se aceptó de entrada pero sin pasión. De las críticas a Antonio, se rechazó la mayor y se justificó la demora en la concesión de las licencias a la gran carga de trabajo de Urbanismo con proyectos de interés público, entre ellos los de saneamiento y los que permitirán inversiones de calado. El equipo de gobierno sacó pecho de proyectos materializados y de trabajo efectuado.

Ciudadanos, ausente.

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