La viajera es...
— Judith Morillas Vidal, natural de Es Migjorn Gran, de 37 años
Profesión
— Es pedagoga y desde hace 5 años trabaja como autónoma en Sa Xaranga, empresa que montó con otra socia y que presta servicios culturales y educativos.
Vive en...
— Es Migjorn Gran
Qué motivó su viaje
— Cooperar con una escuela de Etiopía, en el pueblo de Shebe, un proyecto solidario muy local, que nace en Es Migjorn.
Otros pasíses visitados:
— Había viajado sola a Italia e Irlanda y con amigas a Noruega y Turquía, pero este ha sido su primer gran viaje desde que montó la empresa, por falta de tiempo. Judith recomienda, para las mujeres que viajan solas, informarse bien sobre el destino y planificar el alojamiento.
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Nunca había viajado tan lejos sola, aunque lo hizo con contactos establecidos desde su Es Migjorn natal y tomó la precaución de contratar guía y conductor locales, además de las comidas y el alojamiento.
«Es algo que recomiendo si viajas sola, informarte muy bien del país que vas a visitar, de sus conductas sociales y normas culturales, y tener planificado dónde vas a pasar la noche, no tener esa preocupación, aunque siempre hay gente que es más aventurera, el resto son cosas de sentido común», explica Judith Morillas, quien el pasado septiembre viajó dos semanas a Etiopía.
Un vuelo Madrid-Addis Abeba, con escala técnica en Roma, le cambió de continente y de realidad, con un objetivo claro: ayudar en la escuela de Shebe, en la zona centro de un país que es el único de los africanos que nunca fue colonizado. Quizás por ello, el idioma (el amhárico, más los dialectos tribales), al no hablarse mucho el inglés ni otras lenguas occidentales, fue la primera barrera que tuvo que derribar esta menorquina, quien en su primera impresión recuerda una Etiopía rica en agua, en ríos y lagos, con una fauna y unos parques naturales dignos de admirar.
Judith llegó a Etiopía siguiendo los pasos de Evelyn, otra migjornera que ya conocía el país y que fue quien contactó hace unos años con la escuela local, para la que recolecta material y otros productos necesarios a través de la peluquería que regenta. Este centro, a 4 kilometros del núcleo urbano de Shebe, se ha convertido así en un proyecto solidario directo y muy local. «Nos conocemos desde hace muchos años y siempre que me explicaba su aventura me apetecía ir, y este año por fin he podido hacerlo, quería pasar las dos semanas en la escuela, ayudando a pintar, a lo que fuera, pero me encontré que la primera semana (llegué el 18 de septiembre) estaba aún cerrada».
Primera sorpresa. Siete días por delante para Judith, acompañada siempre por el guía Salomón, «es muy recomendable tener un guía de confianza, eso me daba tranquilidad», para conocer otras zonas que no tenía previstas. Los planes a veces saltan por los aires, pero en este caso, fue para bien. Eso le permitió a la menorquina realizar una ruta por el sur del país, «visitar poblados pequeños, conocer la gente local y también las tribus del sur, que es lo que atrae más turistas a Etiopía», explica.
En concreto conoció las tribus mursi (se dice que es una de las más agresivas de Etiopía, famosa por el plato que se colocan sus mujeres en el labio inferior); el pueblo banna, por contra el más amistoso «se mostraron muy abiertos y hospitalarios ya que además tenía la referencia de Evelyn»; el grupo étnico hamer, del cual presenció el ritual de iniciación llamado Ukuli Bula o salto del toro, por el que los chicos (generalmente adolescentes) ingresan en la edad adulta; y los dassanech, la tribu etíope más meridional, considerada la más pobre y ya en la frontera con Kenia.
En este recorrido Judith tuvo que lidiar con un conflicto personal, ya que «no iba preparada» para esta parte del viaje. «En algunos momentos te sentías muy guiri, algo que no me gusta, pero también quería verlos, vivir esa experiencia, pero no como si ellos fueran una atracción y que ellos a mi me vieran solo como una fuente de euros», afirma, «luego te adaptas, pero es un equilibrio difícil de encontrar».
Se encontró con turistas españoles, americanos y japoneses. Algunos en su opinión tomando fotografías con poco respeto al ritual, con el objetivo encima de sus protagonistas. Aunque también es cierto que en esa zona de Etiopía saben del negocio de los visitantes occidentales, hacerse fotos con miembros de las tribus tiene precio (en su moneda, el birr), «tanto los mursi como los hamer se enfadan si les haces una foto a escondidas».
«Además de tu guía necesitas otro local, que te introduzca en la tribu», narra la viajera, que recuerda como lo más duro, el ritual de 'el salto del toro' con el pueblo hamer «no había leído nada antes y me quedó marcado». La relación con estos pueblos «también depende de cada tribu, los dassanech son muy pobres pero muy hospitalarios, te enseñaban sus casas, sin embargo con los mursi todo fue más como una transacción comercial».
Para lo que sí se había preparado era para su segunda semana como cooperante independiente en la escuela de Shebe, a la que acuden cerca de 1.500 alumnos. «Llegué en el momento de las inscripciones y entregué el material donado en Menorca».
Otro de los trabajos de Judith durante su estancia en Shebe fue ayudar a pintar el exterior y algunas aulas de la escuela, construida en adobe y que se hallaba en mal estado. La solidaridad de Es Migjorn Gran ha dotado a este centro de pizarras y pupitres. También esta vez se les llevaron cuadernos, lápices, neceseres y productos de higiene. Con la escuela arreglada y recién pintada «nos dicen que los niños van más motivados».
La mano de pintura llegó a la fachada, las ventanas y siete aulas. Queda mucho por hacer y a esta viajera no le faltan ganas de volver, ahora que ya sabe más sobre el proyecto y Etiopía, «pero has de tener tiempo y económicamente también supone un esfuerzo».
En el país que ella pudo recorrer, a lo largo y ancho de 2.500 kilómetros en un 4x4, no observó una emergencia alimentaria como la que se vivió debido a la sequía años atrás, pero sí pobreza y una alimentación poco variada. También un negocio incipiente a cargo de empresas americanas y muchas chinas, que centran su actividad en la construcción, sobre todo de carreteras.