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Las dos caras de Macarella

La puesta en marcha del bus lanzadera evidencia ventajas e inconvenientes y genera disparidad de opiniones entre los usuarios

Entre Macarella y Macarelleta este sábado a mediodía había un centenar de personas | Josep Bagur Gomila

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El dicho «nunca llueve al gusto de todos» se ajusta a la perfección a la prohibición de acceder a Macarella en coche, desde el pasado lunes. Ha abierto un debate entre los residentes, divididos entre partidarios y los detractores. Y entre los turistas tampoco hay unanimidad.

Lo cierto es que, como por todo, hay pros y contras en que solo se pueda acceder en bus. Las ventajas, permitirá paliar (al menos en parte) los atascos vividos los veranos pasados y garantizar la seguridad en caso de una emergencias. También permitirá a los residentes y turistas poder acceder a la cala, eso sí con reserva previa por internet, algo que antes era difícil ya que el cartel de completo (en los meses de verano) se colgaba justo abrir el parking a las 8,30 horas de la mañana.

Los inconvenientes ya se han visto estos días. En temporada baja los autobuses van medio vacíos, lo que genera una menor afluencia de visitantes en la cala, con el evidente perjuicio para el restaurante de la playa y de las tres fincas situadas en el camino que vendían queso de forma directa. Además al no poder ir a Macarella los turistas optan por desviarse a Cala en Turqueta, y el aparcamiento se llena enseguida. Otros problemas que pueden surgir cuando aumente el número de pasajeros de los autobuses, es la falta de aparcamiento en las inmediaciones de la estación.

«Es razonable que si había atascos, se pusiera el bus, ahora el precio [de 4,5 euros por trayecto] es caro», comentan Merche y José Luis de Barcelona. Una vez se sientan en el mirador entre Macarella y Macarella, matizan, «pero vale la pena».

Carlos Costa es portugués, y le parece «mal» que solo se pueda ir en bus, porque «en coche es más rápido» y también se queja del precio. Nieves y Pepe son de Almería, también cogieron ayer el autobus y creen que «teniendo en cuenta que es un trayecto largo, el precio no es tan caro».

Ayer a mediodía entre Macarella y Macarelleta había unas cien personas. La mayoría fueron en autocar, otras en bicicleta y muchas otras desde Cala Galdana. «El hotel nos ha informado que solo se podía ir en bus o andando, y como nos gusta andar, hemos venido caminando», comentan Lali y José de Sabadell. El mismo recorrido han hecho un grupo de nueve catalanes: «Íbamos a ir a Cala en Turqueta y desde allí andando a Macarella, pero en el hotel no han dicho que igual el parking estaría lleno, y hemos venido desde Cala Galdana», explica David, que ve con buenos ojos la medida, ya que «si no se limita la entrada de coches se acaba perdiendo el encanto».

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