Los resultados de la encuesta de Frontur confirman la debilidad de las cifras de mayo, pero acotan la sensación a los alojamientos hoteleros. El resto de la oferta turística muestra signos de fortaleza, en particular el alquiler de casas vacacionales o casas comercializadas a través de las grandes plataformas o directamente por particulares.
El alojamiento de alquiler ha subido un 30,4 por ciento respecto a mayo del año pasado, un incremento que dibuja un comportamiento al margen de Mallorca y las Pitiüses, donde estas estancias han caído el 23 y el 6 por ciento respectivamente.
En cifras absolutas se mide en 20.230 turistas y es la segunda modalidad por detrás de los establecimientos hoteleros y complejos de apartamentos. Estos hospedaron 118.810 de las 138.257 personas que llegaron de vacaciones a la Isla en mayo, lo que supone 86 de cada 100 y un 12,4 por ciento menos que el año pasado. Esa es la razón por la que el promedio marca un 4,25 por ciento respecto a mayo de 2017, mientras en las otras islas se registran cifras de estabilidad con una variación positiva del 1 por ciento en ambos casos.
Otro tipo de alojamiento incluido en el mercado, como el turismo rural, agroturismos o camping, aumenta un 15,5 por ciento, aunque las cifras absolutas apenas superan las dos mil plazas ocupadas. El alojamiento de «no mercado», según el desglose de Fontur, que incluye casas en propiedad, casas de amigos, familiares u otras modalidades, ha incrementado su ocupación un 14,7 por ciento y representa 19.448 plazas, la mitad de los cuales corresponde a segundas residencias.
Británicos
El pinchazo en el mercado británico (-24,5 por ciento) incide en el dato medio de descenso, por cuanto los 63.923 turistas de esta nacionalidad suponen el 46 por ciento del turismo de mayo. El resto aportó incrementos notables, 69 por ciento Alemania y 54 Francia, aunque entre ambos suman menos de la mitad de los británicos.
Josep Piris, de Aptume, interpreta la tendencia de mayo en positivo, «es un turismo más integrador, gasta más que el hotelero», valora, antes de desgranar cualidades como su contribución a la desestacionalidad y a un mayor reparto social de los beneficios que genera. «Además anima a la rehabilitación de casas, que después pueden tener uso residencial», explica. En su opinión, «se confirma un cambio de paradigma con una demanda al alza de este tipo de alojamientos», para los que pide una regulación que permita satisfacer esa demanda.