Llueve sobre mojado sería la frase hecha que mejor definiría la actual situación del campo de Menorca, si no fuera porque uno de los problemas más graves del sector en estos momentos es precisamente la falta de lluvia que agrava las dificultades por las que pasa el campo y complica más, si cabe, la rentabilidad de las fincas agrarias y ganaderas de la Isla.
Así lo perciben los payeses de Menorca, que este fin de semana viven su gran fiesta, con la XXXIII edición de la Fira del Camp.
Y es que tras un mes y medio sin precipitaciones, el campo necesita agua, ya que si no llueve no hay pasto para el ganado y los payeses van consumiendo sus reservas de forrajes. Y cuando se les acabe no les quedará más remedio que comprar forraje, con el sobrecoste que ello implica. «Necesitamos que llueva, si no el mes que viene nos quedamos sin forraje y el verano puede ser dramático», expone el amo de Son Caravinya, José Capó.
Los payeses de momento aguantan, sobre todo gracias a que el año pasado fue un buen año, y se pudieron hacer grandes reservas de forrajes. Pero no saben hasta cuándo puede durar esta situación. «Si no llueve se puede hacer muy largo, porque hasta noviembre-diciembre no volverá a haber pasto», explica la secretaria general de Unió de Pagesos, Margarita Llambias.
Pero la esperanza es lo único que se pierde. «Si lloviera ahora aún lo podríamos salvar, y pasar el verano y el otoño», afirma Joan Bosch, payés de Son Olives, consciente que si el tiempo sigue así «tendremos que comprar forraje y alfalfa, y está muy caro».
La compra de forraje supone un gasto extra que se añade a los numerosos y elevados costes de producción que ya asumen los payeses. Unos costes que «siempre suben, mientras que lo que nosotros vendemos o bien se mantiene de precio o baja», expone Bosch.
«Sube el precio del gasoil, sube la luz, sube el pienso, los abonos, y los servicios. Todo sube», remarca Llambias. En cambio el precio del queso, al haber mucha oferta, no puede aumentar y la leche hace ya años que la venden a precios muy bajos. En este sentido, los payeses recuerdan que el litro de la leche se la pagan ahora a entre 29 y 31 céntimos, cuando hace una docena de años casi alcanzaba los 40 céntimos y en Mallorca actualmente ronda los 34 y 35 céntimos.
«No tenemos margen, los precios nos viene marcados», se lamentan. Y por eso precisamente es en la venta directa (sin intermediarios), como en la feria de este fin de semana, cuando más beneficios obtienen, «eso sí sin contar las horas extras de trabajo», recuerda Llambias.
Las ayudas llegan tarde
El otro eterno problema es el retraso en el pago de las ayudas por parte de las administraciones, ya que las demoras en algunos casos alcanzan los dos años, aseguran. «Las subvenciones tardan mucho en llegar» y «las promesas que hace el Govern nunca se cumplen», se lamenta Bosch.
Con todo, los payeses coinciden en las dificultades existentes que tiene el sector para rentabilizar el negocio. De allí, que no extrañe que muchas fincas cierren. Se calcula que en cinco años han dejado de funcionar en Menorca hasta 48 explotaciones agrarias. Muchas otras se han tenido que reinventar, diversificar o apostar por otro producto. «Hace cuatro años que me pase al queso, ya que la leche no daba para mantener la finca, y eso que es propia. Si no lo hubiera hecho tendría que haber cerrado», afirma el payés de Son Carabinya.