l mix energético de Menorca está a las puertas de sufrir la primera gran revolución de las previstas en la próxima década. Si se cumplen las previsiones, en poco más de un año la central térmica del puerto de Maó pasará de satisfacer prácticamente la totalidad de las necesidades eléctricas de la Isla a tan solo aportar menos de la mitad en el cómputo anual, con la consiguiente reducción de emisiones contaminantes a la atmósfera.
Según los cálculos que realiza Eduardo Maynau, el delegado de Balears de Red Eléctrica, la operadora del sistema eléctrico, la entrada en funcionamiento del cable, con una capacidad de transporte de 35 megavatios (MW), permitirá por sí solo cubrir el 50 por ciento de la demanda invernal, que se sitúa en torno a los 70 MW, y con la aportación del nuevo Son Salomó el porcentaje de la central en la producción caerá al 20 por ciento.
En verano, cuando la demanda punta alcanza los 125 MW, la aportación de la central será superior.
En invierno el nuevo parque de Son Salomó, con una potencia de cerca de 50 MW, no podrá funcionar al máximo de su capacidad al menos hasta que entre en funcionamiento el segundo cable. La razón es que para mayor garantía del sistema, ante la posibilidad de que exista una caída de la producción solar, ya sea por causas meteorológicas o por una avería, será necesario mantener en funcionamiento al menos una turbina en la central mahonesa de Endesa.
En verano sí podrá funcionar al máximo y se calcula que de los 125 MW de punta de demanda, 35 MW los aportará el cable, 50 MW las instalaciones renovables y el resto, unos 40 MW, la central mahonesa.
Cuando entre en funcionamiento el segundo cable, que más que probablemente se incluirá en la -vinculante- planificación energética 2021-2026, con una capacidad global de transporte de 100 MW y la expansión de las renovables, la central de Maó no será en absoluto necesaria, más allá de tener un papel de generador de emergencia.
Un ahorro de diez millones
El delegado de Balears de Red Eléctrica, Eduardo Maynau, destacó que la entrada en funcionamiento del nuevo cable el año que viene permitirá un ahorro anual al sistema de unos diez millones de euros y destacó el papel que tienen las interconexiones: «Sin su desarrollo no habrá transición energética», aseguró, subrayando el papel de almacenamiento que desempeñarán, permitiendo evacuar los excesos de producción a otras islas e incluso a la Península, así como para importar energía verde en momento de caída de producción.