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Menorquins al món

«Llegué a Australia buscando la felicidad»

Laura Rita Román se instaló en Byron Bay para estudiar inglés y asumir retos personales. Ahora tramita la residencia

La menorquina en un sillón colgante en su restaurante favorito, The Pressed Pantry, en Byron Bay. | L.R.R.

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La ficha

Lugar y año de nacimiento
— Maó, 22 de noviembre de 1991

Formación académica
— Graduada en Administración y Dirección de Empresas

Ocupación actual
— Trabaja como gerente de ventas en una tienda de artículos vintage en Byron Bay

Reside en...
— En Australia. En las afueras de Byron Bay, en la zona de Myocum, la región de Nueva Gales del Sur

Su objetivo es...
— Obtener la residencia y «montar mi propio negocio si soy bien recibida en este país»

Surf, un clima amable, edén para los amantes de la comida orgánica, pasarela del estilo boho, aúna conciencia ecológica, relajación y al mismo tiempo empresas creativas. Byron Bay, en el sureste de Australia, reúne todos los elementos para convertirse en sinónimo del buen vivir, un auténtico polo de atracción en las antípodas, no solo para turistas sino también para jóvenes de todo el mundo que encuentran su sitio allí.

Entre ellos –y pese a que muchos en su nuevo hogar le preguntan todavía por qué cambió su pequeña isla mediterránea por Nueva Gales del Sur–, está la mahonesa Laura Rita Román.

A punto de cumplir cinco años viviendo en Byron Bay, por ahora no tiene intención de regresar. Asegura que allí es feliz, aunque para serlo al cien por cien le falta su familia, que ha ido a visitarla. «Me siento tremendamente agradecida de que hayan podido ver dónde vivo y que conozcan mi día a día y el porqué he elegido vivir aquí», explica vía Skype.

¿A qué se debe su elección?
—Mi aventura comenzó cuando tenía que pasar un examen de inglés para que me dieran el título universitario y decidí que la mejor opción era irme lejos, sin comodidades, a aprender de mí misma y a añorar a los que se quiere. Antes de marcharme, mientras estudiaba, trabajé en el catering de Samantha Vallejo Nájera en Madrid (Samantha de España), y los veranos trabajaba en Menorca, los dos últimos en las bodegas de Binifadet, para pagarme el billete. Viajé a Australia y viví ocho meses en Byron Bay, luego me fui a viajar por el sudeste asiático, Indonesia, y volví a Menorca.

Pero no quiso quedarse...
—Me di cuenta de que seguía teniendo algo pendiente en Australia, aun sabiendo mis posibilidades en España. Tenía 23 años, una buena nota en la carrera y cartas de recomendación de mis profesores, pero mi felicidad estaba por encima de mi futuro profesional. Quería retos personales, no estar con 50 años amargada en un mismo sitio y con un curriculum de muerte pero sin ambición. Agradeciendo con toda mi alma el esfuerzo y apoyo que me dieron mis padres para financiar mi trayectoria universitaria..., era hora de abrir mis alas y volar.

¿Y cómo va el viaje hasta hoy?
—Ahora estoy en una situación muy buena, la empresa en la que estoy trabajando me esponsorizó para obtener la residencia australiana y abrirme un camino por si quiero estar aquí a largo plazo.

¿Es complicado obtener la residencia en Australia?
—Es complicadísimo. Primero estuve como estudiante, luego cogí la primera promoción de españoles con Work&Holiday Visa; era el primer año. Después me quise quedar y me saqué dos diplomas en Australia, uno en Dirección y Liderazgo y luego estudié Marketing y Comunicación. Cuando los terminé la empresa quiso que me quedara y tuve que pasar un examen de inglés, enseñar mis títulos y mostrar al Gobierno que no había nadie para esa plaza de aquí, de Byron Bay o la zona. Se trata de demostrar que no hay un ciudadano local con tu cualificación para el puesto. Es largo y duro.

Sin la empresa, casi imposible
—Sí, ellos escriben cartas de recomendación en las que valoran mi formación, mis idiomas, la capacidad con ello para abrir otros mercados... Llevo 15 meses en el proceso.

¿A qué se dedica el negocio?
—Es una tienda vintage, vendemos artículos de los años 70, 80 y 90 de todos los lugares del mundo. La verdad es que me tratan muy bien, estoy contenta, trabajo mucho, aunque creo que los australianos no están acostumbrado a todo lo que trabajamos los españoles o cualquier europeo. Dedico entre 35 y 40 horas semanales y para ellos eso es un montón ¡me llaman workaholic! (adicta al trabajo). Bueno yo hablo de Byron Bay y el entorno, no me gustaría generalizar hablando de toda Australia, es como si comparamos Menorca y Madrid.

Byron Bay se asocia a música, surferos, artistas... ¿Es un paraíso?
—Es multicultural, sería como Berlín en Europa. Aquí a la gente le encanta que le cuentes tu historia, por qué viniste, les interesa. Mi mejor amiga es de Nueva Zelanda, otra de Alemania, de Brasil... Tienes amigos de distintos países, es bonito. Te das cuenta de lo diferentes que somos, pero al mismo tiempo tan iguales.

¿Qué atrapa de Australia a pesar de las dificultades?
—Creo que es el estilo de vida y mi nivel de felicidad, que ahora mismo está álgido. Recuerdo que los años universitarios eran muy buenos, pero ahora estoy viviendo mi vida realmente. Al final trabajo 35 o 40 horas como todo el mundo pero al mismo tiempo antes de ir al trabajo puedo surfear o tomarme un café con mis amigas; y siempre hay alguien que quiere hacer cosas, aunque sea un paseo, que a veces en Menorca eso no pasa. Aquí siempre hay algo que hacer.

¿Madruga para coger olas?
—Aquí todos nos levantamos bastante pronto, como muy tarde a las 7.30, y entro a trabajar a las 10, así que da tiempo.

Seguro que también se acuestan antes...
—Sí, en una hora tendría que estar durmiendo (la entrevista se realiza on line a las 20.30 hora australiana), ceno entre las 19.30 y 20 horas y como mucho me acuesto a las 22. Ahora mismo aquí es invierno y se hace de noche muy pronto, desde las 17.30 que termino de trabajar hasta las 22 horas ¿qué haces? Aquí lo que se aprovecha son las mañanas para disfrutar, y los días libres.

En el surf se inició estando ya en Byron Bay, parece que va con la vida allí.
—Cuando llegué a Australia me iba a la playa a leer mi libro de frases en inglés y, al final es que te aburres, no hay mucho más que hacer así que me compré una tabla y sin profesor ni nada empecé a probar y le he cogido pasión. Ahora se me da bien la verdad, igual en un mes participo en una competición pero entre amigos de Byron.

¿Vive en una vivienda sola?
—Comparto con dos amigas, la vivienda aquí es carísima. Venir de vacaciones es carísimo, si trabajas el nivel de vida se amolda a tus gastos pero encontrar casa es muy difícil. Todo el mundo alquila habitaciones, nadie vive solo, bueno es que no te lo puedes permitir, se comparte.

¿Ni siquiera las familias que son originarias del país?
—También alquilan habitaciones, tienen algún estudio en la casa o al lado y lo arriendan, es una inversión, aprovechan el espacio que no usan.

Salvo los famosos. ¿Ha visto a Elsa Pataky y a ‘Thor'?
—Sí, vi hace poco a Chris, Elsa y los niños pasar con el coche y fueron a comer al restaurante japonés que hay enfrente de mi trabajo. Hay algún famoso que otro por aquí, el actor Matt Damon se ha comprado una casa, el músico y surfista Jack Johnson tiene una casa en Broken Head, Natalie Portman también anda por aquí...

Tengo entendido que lo que menos le gusta de Australia son los animales peligrosos, ¿algún encuentro arriesgado?
—Un tiburón me pasó por debajo de la tabla, aunque no era muy grande, y en varias ocasiones nos han sacado del agua por tiburones, los helicópteros con cámaras pasan y vigilan, nosotros no nos habíamos dado cuenta. Ahora hay una aplicación para saber en qué zonas no surfear por tiburones. En Nueva Zelanda no hay fauna peligrosa pero aquí sí, hasta las arañas, y hay serpientes venenosas, estando en la playa me vino una directa, una brown snake, y asusta. Los insectos son grandes y los murciélagos me parecen batman, enormes, y los koalas tampoco son tan simpáticos, pueden arañarte o morderte y transmiten la clamidia. Los canguros se acercan si les das de comer, algunos como los wallaby se dejan tocar, pero luego escapan.

¿Qué es lo que más le gusta del país?
—Lo consciente que es la gente con el medio ambiente, todo está muy limpio, no hay colillas ni chicles por el suelo, eso en España me mata, es un asco. El mar está limpísimo, paisaje idílico es cuando me voy de acampada y puedo conducir en la playa, aparcar donde quiera e irme a surfear, donde más me gusta hacerlo es en Belongil o Wategos. Y hace poco estuve en Tasmania y es auténtica y maravillosa, por la carretera solo ves predios de ovejas, vacas... Por lo que me ha contado gente de aquí, un poco como la Australia de hace cuarenta años.

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