Vagos, maleducados, despistados. Son las etiquetas que acaban colgando de algunos niños por su comportamiento. No obstante, su conducta tiene un nombre. Son niños con un trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad, más conocido como TDA-H. «El hiperactivo es el niño que molesta en clase; el que tiene déficit de atención es el vago y despistado», lamenta el nuevo presidente de la asociación de padres de afectados de Menorca, Bartomeu Pons.
Este trastorno afecta a entre un cinco y un siete por ciento de la población, con una mayor incidencia en niños. Y la entidad que acaba de reactivarse pretende la normalización de este trastorno. La principal característica es la dificultad para mantener la atención sobre una labor concreta. En clase, con frecuencia se distraen. Esta situación puede ir relacionada con la hiperactividad que hace que no puedan estar quietos mucho tiempo. «La falta de concentración y la hiperactividad van asociados, pero en cada persona pesa más uno que otro», asegura Pons.
La nueva junta directiva de la Asociación de Padres de afectados por TDA-H de Menorca centra sus objetivos en que el entorno educativo sea consciente de las limitaciones del niño y lo ayude en el proceso de aprendizaje. Y es que, tal como apunta la vocal de Comunicación, Remedios Huerta, hay familias que han hecho llegar a la asociación que algunos docentes no acaban de entender la situación y eso que con «unas pequeñas técnicas se puede lograr mucho». Apuntan que hay un porcentaje «demasiado alto» de fracaso escolar. Por ello, Huerta explica que «en ocasiones a un niño hiperactivo basta con tocarlo o, cuando está inquieto, mandarlo a secretaría a llevar un papel», por ejemplo. En el caso de los que tienen falta de atención, en el momento de desactivarse, aplicar alguna fórmula para volverlo a activar en el aula. Con estos métodos, todos acaban ganando en el aula. Para la entidad, es una carencia que sigue latente en el entorno escolar. Insisten a la Administración para que incidan en la preparación de los profesionales y «nos ofrecemos a colaborar».
Además, explican que hay familias que no quieren que se haga público este trastorno ni que se les haga un reconocimiento y «aunque piensan que les protegen, no es así, porque lo primero es que se normalice en casa».
También hay un debate con la medicación. La entidad apunta que en ocasiones se tacha a los padres de ser unos «irresponsables» por medicarlos. «Piensan que lo que queremos es quitarnos el problema y nada más lejos de la realidad». La medicación les ayuda a que durante el horario escolar estén atentos. Si no es así, van a otro ritmo y por tanto, el fracaso escolar está asegurado. Y afirman que es una medicina más como la que toma un epiléptico o un diabético.
La entidad nació hace una decena de años, aunque desde el 2013 fue perdiendo fuerza por la ausencia de padres que quisieran asumir la responsabilidad de la gestión. Desde entonces y hasta hace unos meses, la asociación estuvo dirigida por una gestora que de forma provisional mantuvo la mínima actividad a su vez que buscaba nuevos miembros que ayudaran a consolidar el proyecto. En julio del año pasado se celebró una junta y se eligieron los nuevos cargos. Este nuevo grupo asume la tarea de revitalizar la asociación con un abanico de charlas ya previstas.