Avanza el mes de junio y la temporada no arranca para las empresas de transporte discrecional de turistas, que tienen la gran mayoría de la flota en los hangares básicamente a la espera del desembarque de los grandes turoperadores, sus principales clientes. Llueve sobre mojado para un sector que sufrió su primer gran golpe con la quiebra de Thomas Cook en 2019 y que desde entonces, con la irrupción de la pandemia y la caída en picado de los movimientos turísticos, no ha llegado a levantar la cabeza.
José María Camps, de Central de Autocares (Norbus y Torres) explica que la cosa no ha mejorado: «Estamos más o menos como estábamos el año pasado». En conjunto cuentan con una flota de 84 autocares, la mayor de la Isla en este sector, y solo están operativos el 15 por ciento, mientras el 85 por ciento restante están parados a la espera de tiempos mejores.
Muchos de sus trabajadores siguen con Expedientes Temporales de Regulación de Empleo (ERTE) y los que se han reactivado se acogen a jornadas al 50 por ciento «porque no tenemos trabajo para jornadas completas», afirma Camps, quien subraya que el grueso de su actividad proviene de «los turoperadores, los paquetes turísticos y los grandes hoteles y eso está prácticamente parado».
Pocos sectores han estado tan pendientes del semáforo sanitario de destinos de Reino Unido, que ha terminado retrasando la llegada de los turoperadores británicos, los que más volumen de turistas transportan. «Habrá que esperar a lo que pasa en el mes de julio, pero no es solo que vengan los turoperadores, sino cómo vuelven, nos dicen que lo harán con un 20 por ciento de las plazas de la temporada 2019».
Turoperadores
Una situación muy parecida es la que relatan desde Autobuses Mahón. Su propietario, Antoni Masferrer, asegura que la actividad de transporte discrecional «está parada, como mucho tenemos activa el diez por ciento de la flota». No puede ser de otra forma si se tiene en cuenta que trabaja principalmente con el turoperador TUI, que solo ha iniciado una operativa menor con Alemania y que retrasa constantemente la llegada desde Reino Unido a la espera de que Menorca reciba por fin la luz verde en el semáforo británico.