James Williams es un escritor y filósofo de la tecnología americano. Actualmente es investigador en la Universidad de Oxford. Su primer libro, «Clics contra la humanidad: Libertad y resistencia en la era de la distracción tecnológica», fue publicado en 2018 (traducido al español en 2021) como resultado de ganar la primera edición del premio Nine Dots al pensamiento innovador. Es una de las autoridades más importantes del mundo en tecnología y atención.
Esta tarde participa en el InnovemFestEstiu2021, que se celebra en Líthica a partir de las 19 horas. Describirá una de las dos grandes crisis de este siglo, la de atención, que acompaña a la ecológica.
Usted ‘desertó' de Google y se fue a estudiar ética y filosofía. ¿Por qué lo hizo?
—Por el dinero por supuesto (bromea). Vi esta gran máquina de persuasión en las que se estaban transformando las tecnologías que utilizamos. Me pareció una cuestión ética enorme que va a la raíz de lo que somos y lo que hacemos. Sentí que tenía que investigarlo y entenderlo con más profundidad, y entender cómo incrementar nuestro conocimiento en esta área.
Sócrates se dedicó a dialogar en el ágora y no dejó nada escrito, prescindió de la tecnología. Conocemos lo que pensaba por Artistóteles. Si Sócrates viviera estos tiempos ¿no estaría difundiendo sus ideas por las redes sociales si realmente quisiera influir en la gente joven?
—Sí, es posible. Quizá él todavía estaría en el ágora, quizá haciendo un live streaming en twicht.
Queda ya lejos la idea de «aldea global» de McLuhan. Nos han convencido de aquello de “piensa globalmente y actúa localmente”. ¿El ágora es el mundo o es tu pueblo?
—Puedo comentar en general, la idea de la aldea global se suele utilizar para decir que el mundo se ha convertido en una gran aldea, pero también se podría pensar lo contrario, que la aldea cada vez más se convierte en el mundo. Una frase que se dice mucho también ahora es «lo personal es político», que hace referencia a cómo pequeñas cosas y acciones, sobre todo en los USA, como el sandwich que te compras, o el coche que conduces, trascienden su utilidad comercial y se ven con una gran significancia más allá de su función. Si todo lo que hacemos es una performance ahora, todo lo que hacemos potencialmente tiene un significado mayor, para lo bueno o para lo malo.
Dicen que las nuevas generaciones son las más informadas. ¿También las mejor informadas?
— (Duda) El exceso de información también quiere decir que hay que saber dónde parar de informarse, y para eso también hace falta saber para qué quieres estar informado. Muchas veces todavía pensamos que estar informado es inherentemente algo positivo, y cuanto más tienes, mejor. Pero puedes tener «análisis parálisis» como dicen. Y puedes continuar siempre intentando informarte, a cambio de no estar utilizando la información que ya tienes. Así que diría que una generación es de una forma u otra. Hablo con gente joven que son muy distraídos y se pueden ahogar por la información, pero también hablo con juventud que son muy inteligentes y entienden los retos que surgen con el exceso de información.
Poder decidir es sinónimo de libertad. ¿Somos más libres gracias a las nuevas tecnologías?
—Algunas tecnologías pueden incrementar nuestra capacidad de escoger, dándonos más opciones o incrementando nuestra capacidad de decidir. Pero también pueden sabotear nuestra toma de decisiones. Si puedes escoger entre 100 pastas de dientes en una tienda, es más una maldición que una elección. Esto puede crear una sobrecarga cognitiva, malgastando la posibilidad de tomar una mejor decisión. De manera similar a como el consentimiento de cookies por obligación del GDPR es una parodia de sí misma, no tiene en cuenta la sobrecarga cognitiva. La tecnología puede incrementar nuestra capacidad de elección, pero las motivaciones suelen estar más bien en cómo hacernos gastar más tiempo utilizando tecnología, persuadirnos de una forma u otra. Normalmente el incentivo desde el diseño es para manipular nuestra elección y persuadirnos. Pero en principio podrían otorgarnos más capacidad de elección.
Las tecnologías ofrecen una gran capacidad de influencia. ¿Quién y cómo nos manipulan?
—De alguna forma somos manipulados por todo, todo el tiempo. No hay tecnología neutral, siempre hay algo que abre alguna puerta o posibilidad, creo que lo que es diferente ahora es esta industria de la persuasión. Que combina los anuncios en internet, que básicamente ha catalogado todas las debilidades de la gente, y las explota sistemáticamente. Ciertamente esa industria es una de las más grandes y mejor financiadas. El hecho de que nos manipulen no es nuevo, pero la escala y el poder de persuasión sí lo es.
¿Cómo se puede hacer un uso «más humano» de las nuevas tecnologías?
—Hay una tendencia de parte de mucha gente de poner la respon sabilidad de vuelta al usuario, para que ellos se hagan cargo del diseño, pero el diseño no está de su lado. Una manera de empezar a hacerla más humana, y más alineada con nuestros valores es empezando a prestar atención a los problemas sistemáticos, como la competición por nuestra atención. Que es uno de los principios básicos de su diseño. Otra cosa que podemos hacer es empezar a utilizar plataformas que midan lo que es bueno para ti en un momento determinado. El mensaje de marketing de los productos es algo diferente a lo que nos dicen. Pero si pudieses mirar a esa métrica de éxito que utilizan, basadas en número de clicks, tiempo invertido en pantalla etc, y pudiésemos requerir que nos dijeran que es exitoso para ellos, requerirles que fuesen transparentes y nos explicaran las métricas que utilizan, no solucionaría el problema, pero al menos sería el principio de algo. Hay muchas conversaciones que empiezan a darse ahora, como sobre la ética de la IA. Es muy importante asegurarse de que tenemos en cuenta todo el espectro de cuestiones éticas, y no solo unas pocas que estén más de moda en cierto momento. Hay muchas cosas que hacer, estas son solo un ejemplo.
Hay personas que cuando se quedan sin batería en el móvil sufren una situación de estrés, además de un síndrome de abstinencia. ¿Cómo se cura esa adicción?
—Creo que se pueden hacer cosas en el diseño de la tecnología, por ejemplo proporcionando a la gente una medida del tiempo que utilizan en la tecnología. Pero hay muchos factores ambientales en las adicciones. Normalmente las adicciones alimentan algún tipo de necesidad en la vida de las personas, ya sea por sus relaciones personales, o por otras cosas. Creo que es importante mirar a la persona en su conjunto, y no solo la parte tecnológica. De la misma forma que las pistolas no matan a la persona, o la persona mata a la persona, no es ni la pistola ni la persona, es todo en su conjunto, la interacción de todo. Creo que pensar en el entorno completo de la persona, pensar holísticamente en la persona, pero entendiendo que la tecnología es algo muy central a ella si pierden mucho tiempo en ella.
¿Hay que apostar por la tecnología para buscar alternativas a la dependencia tecnológica?
—No creo que la dependencia en tecnología sea siempre mala: por ejemplo, dependo de mi compañía eléctrica para tener energía. Lo que es malo es la dependencia que no sea de nuestra elección autónoma, y la dependencia que no venga con una responsabilidad asociada a alguien. Si hay responsabilidad, entonces la gente que utiliza la tecnología puede tener procesos de feedback e intentar cambiarla. Pero cuando no hay responsabilidad, la gente alza la voz y no pasa nada, y eso es lo que es malo. Hay que equilibrar la dependencia con la responsabilidad.
¿Qué mensaje le dará a la gente que asista a su charla en Innovem Fest Estiu en Lithica?
—Les explicaré mi historia, pensando en todas las cuestiones de estos últimos años, y donde están los problemas ahora mismo. Básicamente formas de cómo pensar en esta intersección entre la tecnología y nuestras vidas, a través del mundo de la atención. Intentaré explicar que hay muchos problemas sistémicos, y hablar de cómo las podemos ver de forma diferente, como las podemos resolver de forma diferente, para ayudar a la tecnología a ser como debería ser. El título de la charla es «High Standards for High Tech», no tenemos estándares para la tecnología o los móviles, de la misma forma que sí tenemos estándares para la literatura por ejemplo. Tenemos que llegar a un punto donde tengamos esa clase de estándares para la tecnología que tanto está influyendo en cómo prestamos atención.