El Ministerio de Agricultura trabaja en un decreto ley para limitar a 725 vacas de ordeño el máximo para una sola finca, con el fin de evitar las conocidas como ‘macrogranjas' y reducir el malestar que sufren los animales y la contaminación. Una cifra que queda lejos de las 64 vacas que tiene de media cada explotación ganadera de la Isla, según datos de la Asociación Frisona Balear, y que viven en lo que se conoce como un modelo de ganadería extensiva, es decir, que pasan la mayor parte del tiempo al aire libre, pastando a sus anchas, y solo están en los establos para dormir después del proceso de ordeño.
Más longevas
Las vacas de la Isla tienen de media una esperanza de vida dos años más larga que las procedentes de lugares donde viven en estabulación, como por ejemplo, las de Mallorca. José Ramón de Olives, secretario y tesorero de la Asociación Frisona Balear asegura que este hecho se debe a la «saludable vida» que llevan estos animales en Menorca: «Esto funciona como con las personas; las vacas que tienen una vida sana, caminan, hacen ejercicio y no están embarradas todo el día son más saludables y viven más». Además, de Olives afirma que las explotaciones menorquinas, que disponen zona de pastos, zonas de estabulación para el descanso, salas de ordeño y fosas de estiércol y purines, están en la «vanguardia».
«Menorca es un paraíso para el ganado vacuno», declara el representante de la Asociación Frisona, ya que dispone de una extensa superficie agraria útil, lo cual es un «aliciente y una ventaja», añade, para las explotaciones ganaderas porque contribuyen a la rentabilidad del negocio, ya que los criadores ahorran gastos en comida que sí tienen en otros lugares donde comen más pienso que pasto.
La contaminación de las macrogranjas, por el exceso de excrementos que mezclados con agua van a parar a los acuíferos infestándolos de nitratos, es otro de los puntos que motivan al Gobierno a legislar sobre este tipo de explotaciones. Tal y como explica de Olives, en los últimos años, las fincas han ido controlando los vertidos y, asegura, «cumplen al pie de la letra» con la ley (que fija el número de cabezas de vacuno en relación al número de hectáreas de superficie), repartiéndolos por diferentes superficies agrarias para que no haya exceso de excrementos en puntos localizados.
De Olives niega también que el exceso de nitratos en los pozos de la Isla sea consecuencia del vertido de excrementos: «A pesar de que la mayor parte de la gamadería está en el norte, son los pozos del sur los más contaminados.
El veterinario y nutrólogo Amalio Plasencia, con 18 años de trayectoria profesional en Menorca, asegura que el sector vacuno de la Isla vive en «excelente nivel de bienestar», que junto a un «inteligente uso del terreno y la suave climatología invernal» han sido claves para el crecimiento de la industria lechera de la Isla.