El precio de la gasolina ha alcanzado esta semana su máximo histórico en España al situarse en 1,564 euros por litro. El pico anterior data de diez años atrás. La tendencia al alza ha sido constante desde el verano pasado, a final de año concedió una tregua y en la última semana ha repuntado un 1,2 por ciento.
El gasóleo, que hace algún tiempo que ha estrechado la diferencia de precio con la gasolina, marca la misma tendencia. El precio medio del litro alcanzado es 1,446 euros, el quinto más elevado de todos los tiempos. Su ritmo de carestía es mayor que el de la gasolina, ha aumentado 1,4 por ciento en los últimos siete días y encadena cinco semanas consecutivas, todo lo que va de año, de incrementos.
Sumadas estas subidas al fuerte repunte que ha experimentado el precio de la electricidad, estabilizado en los últimos días, la crisis energética está mostrando su peor cara. Es una escalada histórica cuyas consecuencias paga todo el mundo, pero en el caso de los combustibles incide más en la producción empresarial y, en particular, en el transporte, un sector estratégico en Menorca por su carácter insular.
Reacción
Algunas empresas han reaccionado ya ante el incremento de costes que supone el encarecimiento de combustible, han aprobado nuevas tarifas o han iniciado la revisión de las mismas para compensar el mayor gasto que han de soportar.
Mascaró Morera, principal plataforma insular de servicios logísticos, aprobó una subida de precios de entre el cuatro y el cinco por ciento. Lluís Moll, gerente de la empresa, explica que la decisión responde a la escalada iniciada el año pasado. Desde 2021 el precio de la gasolina ha subido un 25 por ciento, mientras que el gasóleo, que es el combustible habitual de los vehículos de transporte se paga ahora un 28 por ciento más caro que el año pasado.
Los nuevos precios se enmarcan además en un contexto internacional de aumento de precio de los suministros, en particular los procedentes de Asia. El coste de los fletes se ha disparado, pero solo los transoceánicos, las navieras del mercado nacional han aplicado variaciones acordes al IPC.
Moll reconoce que, en el actual contexto de crisis energética, le preocupa más el precio de la electricidad, les afecta más por el consumo que generan las cámaras frigoríficas donde guardan los suministros de distribución. «El coste ha subido un 138 por ciento, no lo puedes repercutir al cliente», apunta, de manera que las pérdidas ocasionadas a lo largo del año pasado las ha absorbido la empresa a costa del margen comercial. Cree que si plantean otra subida motivada por el del alza del combustible, los clientes lo entenderían.
Tansportes Joan Pons, otra empresa con gran presencia en este mercado, explica que desde 2019 no ha revisado sus tarifas y ahora será inevitable hacerlo, empuja a ello la escalada de precios del gasoil. Otra firma con presencia en el sector, como Valeriano Allés ha informado a sus colaboradores de un incremento de tarifas por esa razón.
Si hasta ahora habían resistido los pequeños aumentos en el precio del combustible, el de la última semana ha provocado una reacción generalizada. El transporte discrecional y el regular de pasajeros también ha reducido beneficios por esta circunstancia. «En invierno se hacen menos kilómetros, nos preocupa sobre todo de cara al verano, pero lo que hemos perdido estos meses ya no lo vamos a recuperar, no hay perspectivas de compensar el aumento de costes que hemos tenido», admite Isidro Bellota, gerente de Autocares Torres.
El problema afecta a muchas pequeñas empresas de transporte, entre las que figuran las que realizan reparto de compras por internet. No pueden repercutir el aumento de coste en los clientes, por cuanto estos son en general compañías de comercio electrónico con precio tasado por artículo. Han de asumir de momento la pérdida que les provoca el aumento del precio del combustible hasta la revisión del contrato o hasta la firma de otros nuevos.
La experiencia muestra que la subida del combustible siempre genera un efecto cascada de carestía en todos los ámbitos.