El año pasado se firmaron en Menorca 1.302 contratos de trabajo a mujeres con estudios universitarios y 711 a hombres con la misma formación, lo que supone un 83 por ciento más de contratación femenina. La tendencia fue sostenida a lo largo de todo el periodo con la particularidad de que durante nueve meses los contratos a mujeres superaron el centenar y en el caso de hombres solo en julio se superó esa barrera.
El dato consolida la tendencia que se viene registrando durante la última década. En 2011, en plena crisis económica, las mujeres ya dominaban este registro, fueron contratadas 1.054 frente a los 570 varones.
Las cifras demuestran la pujanza femenina en el mercado laboral, aunque solo entre las universitarias, fiel reflejo del mundo académico. Las mujeres suponen el 64,7 por ciento de los titulados universitarios de Balears, un dato que está por encima de la media nacional, según pone de manifiesto el estudio Randstad «Mujeres y Universidad».
Carreras femeninas
El estudio de la consultora de recursos humanos, elaborado con motivo del Día Internacional de la Mujer, muestra con datos globales de la universidad española que en cuanto a tipo de estudios, las mujeres tienen mayor presencia en las titulaciones relacionadas con las ciencias de la salud. Suponen siete de cada diez estudiantes de estas materias.
Que trabajen después en la carrera elegida es otra historia. Un informe de la Fundación Impulsa Balears señala que una de cada cinco mujeres ocupada en las Islas está sobrecualificada, es decir tiene más capacidad que la exigida en su empleo. Tal circunstancia obedece a la mayor predisposición al trabajo por parte de la mujeres y, por otra parte, a la resistencia todavía patente a ocupar las categorías profesionales más elevadas.
En cuanto a la contratación de personas con estudios secundarios finalizados, la diferencia se acorta mucho más y es favorable a la contratación masculina. En 2021 se firmaron 7.826 contratos con hombres y 7.680 con mujeres. Amedida que disminuye la formación, los números favorecen a los hombres, colectivo cuyos datos de paro son más bajos. El año pasado cerró con un 25,8 por ciento más de paro femenino, 2.707 personas, que masculino, 2.008 desempleados.
Empleo más precario
Que haya más contratos para mujeres con formación universitaria no se traduce, sin embargo, en más calidad de empleo. En la contratación indefinida domina el perfil masculino. En julio se firmaron 200 contratos más de mujeres, pero 10 menos de carácter indefinido que los de los hombres. Otro tanto ocurrió en agosto, con cien contratos femeninos más pero cuatro indefinidos menos, lo que explica que la mujer acusa más la precariedad en el empleo.
No se trata de un efecto de la pandemia, que ha incidido más en los colectivos más vulnerables. En 2019 se reprodujo la misma situación en los meses de junio y julio, los contratos de mujeres fueron más, pero los indefinidos menos que entre los hombres en ambos periodos. La misma fotografía se observa en los datos de una década antes.
Antonio Soria, secretario general de Comisiones Obreras, advierte que ese es uno de los retos pendientes, «hay empleos como el de limpiadoras o empleadas del hogar muy feminizados y con peores condiciones laborales», pero fuera de esa parcela entiende que se está avanzando «no a la velocidad adecuada, es un trabajo de la sociedad», afirma.
María García, secretaria general de PIME, admite que hay sectores en los que la mujer está menos representada, pero no la achaca a la falta de oportunidades, que es «la misma para todos. Quizá hay que trabajar más en que tengan acceso a empleo de más calidad, esa sí es una asignatura pendiente», apunta.