Las causas económicas son las principales pero no las únicas del progresivo abandono del campo. El año pasado se dieron de baja cuatro y en lo que va de año se está acelerando el proceso de cierre en varias de ellas, mientras que otras están reduciendo el número de cabezas en la explotación.
Sant Bernat es una finca ubicada en el camino del Pilar que cerrará la explotación ganadera en julio. No era esa la voluntad de l'amo, pero el lloc se vendió el año pasado y el nuevo propietario, de nacionalidad española, no quiere a nadie en la finca. El contrato con el anterior propietario fijaba un año para dejarla y el plazo se cumple en esa fecha.
Joan Pons, l'amo, asume contra su voluntad la situación, «estamos buscando casa y trabajo», dice en plural porque habla de una familia que incluye la pareja y tres niños de 10, 7 y 5 años, a quienes «costará dejar esta forma de vida», explica.
Reconoce, no obstante, que sin compraventa de por medio «tal vez hubiéramos tenido que cerrar igual» Dice que, en todo caso, no repetiría en un sistema de explotación a mitges.
La finca tiene 70 hectáreas, gran parte de ellas boscosas y con muchas tanques en pendiente. Se trata de una explotación lechera, tenía más de 40 vacas y la cifra se ha ido reduciendo, ahora son una treintena, parte de las cuales están vendidas y en espera de traslado a la Península.
Lamenta Joan Pons, de 45 años, tener que cambiar posiblemente de oficio y actividad cuando se siente enraizado en el campo y cree que las autoridades podrían hacer algo más contra el éxodo rural.
Electricidad
El de Joan Pons no es un caso aisla desde que menudea la compraventa de fincas rústicas en Menorca. Son decenas los cambios de propiedad que se han producido en los últimos cinco años y en más de uno ha sucedido algo similar con la nueva propiedad, pero no es la causa principal del cese de la actividad agraria.
Pedro Marquès, de Binillobet, criador de una ganadería varias veces distinguida en el concurso de ganado frisón, apunta a los motivos económicos como el principal detonante.
La escalada de los precios energéticos ha tenido un fuerte impacto en el campo, «en enero he pagado mil euros más de electricidad que el año pasado y en febrero, 800. A ese ritmo, es inviable sacar adelante el negocio», explica.
Venta de reses
La mayoría de las fincas ha entrado en un proceso de reajuste para subsistir, lo que implica la reducción de la cabaña ganadera. La venta de reses se ha acelerado en las últimas semanas. Marquès asegura que un tratante ha comprado recientemente 150 vacas, «unos quitan 10, otros 30, depende», añade.
Mantenerlas es caro. Los precios del pienso están pactados este mes, el que viene subirán entre 10 y 12 céntimos, lo que supone 500 euros de gasto cada semana en un rebaño de 50 reses.