El servicio público de transporte por carretera no se lo pone fácil a los turistas y residentes que apuesten por prescindir del vehículo particular y moverse en autobús por la Isla. Si además los usuarios quieren aprovechar la caída del sol para pasear por otros municipios y zonas turísticas, disfrutar de la oferta cultural vespertina, visitar mercadillos nocturnos, cenar fuera o simplemente alargar su estancia en la playa, la misión se convierte –salvo contadas excepciones– en literalmente imposible.
El verdadero apagón nocturno que sufren las líneas regulares de autobús constituye un gran freno en el objetivo de fomentar el uso del transporte público como medida de ahorro energético y de reducción de la presión sobre carreteras y zonas de aparcamientos, y una forzosa invitación a lanzarse a la aventura de conseguir un taxi libre en pleno agosto. Cuando no a quedarse directamente en casa o en el hotel, con la consiguiente merma de clientela para muchos negocios de restauración, ocio nocturno y otras tipologías de la oferta complementaria.
Un análisis de los horarios de las líneas regulares de transporte por carretera muestra como las líneas que permiten salir de noche –sin alargarse demasiado– en autobús son claramente minoritarias. De las alrededor de 40 líneas regulares que están activas en verano se pueden contar con los dedos de una mano las que programan frecuencias más allá de la medianoche. Se concentran principalmente en urbanizaciones del término municipal de Ciutadella como Son Xoriguer, Cala en Blanes, Cala en Bosc, Los Delfines, Cala en Forcat, las únicas urbanizaciones que –si no es domingo– permiten regresar a Ciutadella a alrededor de las 0.30 horas. En el resto de la Isla hay lo más parecido es Punta Prima, aunque más vale que se reserve pronto porque la vuelta es a las 23.45 horas.
Mucho más fácil es encontrar ejemplos de grandes zonas turísticas a las que es imposible ir a cenar contando con regresar en autobús, entre ellas muchas con una gran oferta de bares, restaurantes y tiendas. Es el caso de Son Bou (con la curiosa excepción de los miércoles) o Cala Galdana, de donde habría que regresar en hora punta del servicio de cenas. Ni qué hablar de otros núcleos como Es Grau, Sant Tomàs, Cala en Porter, las urbanizaciones y playas de Es Mercadal y la mayor parte de Sant Lluís o de pueblos como Sant Climent o Fornells, donde ni tan siquiera es posible ver caer el sol con la tranquilidad de volver en autobús.
Tampoco en la línea Maó Ciutadella
Tampoco la línea estrella del servicio insular de autobús, la que une Maó y Ciutadella, permite ir a cenar en bus, a no ser que se reserve extremadamente temprano y sin casi tiempo para el postre, con la última salida desde Maó a las 23 horas y desde Ciutadella a las 22.30 horas.
Peor es el caso de la conexión entre Maó y Es Castell, sin frecuencias más allá de las 21 horas. Algo más flexible es la ruta entre Sant Lluís y Maó, en la que salen mejor parados los que quieran ir de Maó a Sant Lluís, con el último regreso diez minutos antes de la medianoche, ya que en sentido contrario la última frecuencia es a las 23.15 horas. Son horarios en su mayoría entre lunes y sábado, ya que los domingos la oferta se reduce notablemente.