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Jorge Dezcallar: «La gente está enfadada, se le promete igualdad y se favorece lo contrario»

El diplomático ha presentado en Menorca su último libro «Abrazar el mundo» que analiza la geopolítica en tiempos de una gran incertidumbre

Jorge Dezcallar ha sido diplomático en Marruecos, el Vaticano y Estados Unidos . | Josep Bagur Gomila

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Jorge Dezcallar (Palma, 1945) cumplirá el próximo jueves 77 años. Desde su experiencia profesional, tras una gran trayectoria como diplomático, abarca una visión mundial útil para estos tiempos de incertidumbre. Y no solo abarca con su conocimiento, sino que «Abraza el mundo», el título de su último libro, un verbo que utiliza a consciencia para evitar caer en el catastrofismo. El lunes lo presentó en el Ateneu de Maó, tras una tertulia con los socios del Cercle d’Economía, que organizó su visita a la Isla.

Pertenece a una saga de diplomáticos. Sus dos hermanos lo son, Rafael es actualmente embajador en China. Jorge Dezcallar fue embajador en Marruecos (1997-2001), el Vaticano (2004-2006), Estados Unidos (2008-2018) y director del CNI (2001-2004).

¿Hasta qué punto está en peligro nuestro mundo basado en democracia y bienestar?
— Está en riesgo alto. Europa tenía el 25 por ciento de la población mundial en 1900 y hoy tiene el 6 por ciento. Europa tiene hoy el 20 % del PIB mundial y en una década tendrá el 10. El peso de Europa decae. En los últimos años, Europa ha crecido un 0,48, mientras Estados Unidos lo ha hecho en un 1,37 y China un 7,40. Nos gastamos casi el 50 por ciento del presupuesto en gasto social y será difícil mantener la sociedad del bienestar. A Europa le puede pasar lo mismo que le pasó a Venecia en el siglo XVI cuando dejó de ser el centro de gravedad, que se desplazó al Atlántico. Hoy se traslada al Indo-Pacífico, donde ya está el 62 por ciento del PIB mundial. La solución de Europa es unirse más...

Parece que la guerra de Ucrania empuja a Europa a unirse más.
— Es verdad. Esta crisis nos ha unido, recibiendo refugiados, dando ayuda con cargo a los presupuestos comunitarios, adoptando siete paquetes de sanciones. El reto es mantener ese salto adelante. Tener una hoja de ruta.

El canciller alemán Olaf Scholz visitará China en breve. En su país hay una gran polémica por la probable compra del 33 por ciento del puerto de Hamburgo por parte de China. ¿Es un error? ¿Europa debe protegerse del avance económico de China?
— Absolutamente. Hay que modificar la legislación de competencia. Hay que crear grandes campeones nacionales capaces de competir. En China están ayudando con 300.000 millones de dólares a la inteligencia artificial. Obstaculizar la fusión de grandes empresas en Europa es un error. La deja fuera de juego. Claro que hemos sido ingenuos con China.

La guerra de Ucrania, sea cual sea el resultado, ¿nos devuelve a un mundo bipolar más inseguro?
— No veo una victoria militar de nadie. La solución negociada no es fácil pero es la única posible. Si Estados Unidos y China quieren hablar de armamento tendrán que hacerlo con Rusia, que tiene el mayor arsenal de armas atómicas. Si se trata de economía, no pueden excluir a Europa. Aunque es evidente que la guerra provocará vencedores y perdedores, entre estos últimos, Rusia y Europa, y entre los vencedores, China, que compra gas a Rusia con un 30 por ciento de descuento, y Estados Unidos, que vende armas y gas. Es decir, saldremos de la guerra con Rusia más dependiente de China y Europa más dependiente de Estados Unidos.

¿Se puede llegar a un acuerdo con Putin en el poder?
— Implicaría un problema moral, una cesión ante la agresión. Creo que Putin debe pasar una larga temporada cara a la pared.

¿España debe invertir más en armamento?
— Claro. A los españoles estar en Europa ha mejorado nuestra vida, pero eso no sale gratis. Si tenemos fondos Next Generation, por la covid, de cohesión, hay que estar también por la seguridad. No podemos ir de gorra.

Trump era amigo de Putin...
— Trump es impredecible. Si vuelve no es posible saber si será amigo de alguien o enemigo de todos.

¿El regreso de Trump es un peligro?
— Un peligro enorme. Y para Europa es un gravísimo peligro, ya que se dio cuenta durante el gobierno de Trump de que necesita ba una autonomía estratégica, cuando el presidente de Estados Unidos cuestionó la continuidad de la OTAN o apoyó el brexit. Ahora en Europa no hablamos tanto de autonomía estratégica respecto de Estados Unidos como de autonomía energética de Rusia.

Trump representa un cambio que ha llegado a Europa. El acceso de la ultraderecha al poder. ¿Cómo lo analiza?
— Creo que cuando la ultraderecha acceda a responsabilidades de gobierno moderará su discurso. No hay que ignorar que su ascenso, como el del populismo de la ultraizquierda, es el resultado de un descontento de la gente con un sistema político que predica la igualdad y un sistema económico que favorece la desigualdad. Hay una contradicción. La productividad ha crecido desde el año 90 un 25 por ciento y los salarios un 11 por ciento. La gente está incómoda y enfadada. Es un síntoma claro de la incertidumbre que nos rodea. Se tambalean las estructuras que construimos a partir de 1945.

Y se tambalean los grandes partidos.
— Porque se han dedicado a proteger sus intereses y no los de los ciudadanos. La partitocracia se está cargando la democracia.

Como pasa ahora en Reino Unido. ¿Se han cargado también su prestigio político?
— El otro día vi un chiste que decía que Carlos III va camino de conocer más primeros ministros que su madre. Creo que han cometido un gravísimo error al separarse de Europa. El Reino Unido es algo romántico. Incluso Estados Unidos ha estado duscando la «relación especial» más con Alemania. Solo y en mitad del Atlántico hace mucho frío.

¿De qué lideres se fiaría usted para mandar la nave durante la tormenta?
— En estos momentos no veo a nadie. Me gustaba Draghi, pero en Italia lo han cambiado por Meloni.

Usted fue embajador en Marruecos. ¿Se ha equivocado España al apoyar la autonomía del Sáhara y no el referéndum?
— No entiendo un cambio que nadie ha explicado. Nos fuimos mal del Sahara pero en esa época se tuvo la inteligencia de cobijarnos bajo el paraguas de la ONU. Estoy de acuerdo que el referéndum es imposible. Si España cree que la idea de autonomía es buena tendría que gestionar una propuesta con el Polisario. Pero ponerse del lado marroquí nos coloca en medio de un conflicto que hay por la hegemonía entre Argelia y Marruecos. Además, si alguien sueña que Marruecos va a renunciar a Ceuta y Melilla tiene que hacérselo mirar. Nunca pasará eso.

Usted es amigo del rey emérito Juan Carlos. ¿Cómo ve su situación?
— He tenido y tengo mucha relación con él. Me entristece ver la situación de una persona que ha protagonizado una de las mejores épocas de la historia de España. Espero que viva muchos años y deseo que se muera en nuestro país, que es el suyo.

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