De su paso por la presidencia de la Asociación hotelera de Menorca (Ashome), Luís Pablo Casals, presidente del grupo Minura Hotels, destaca, por un lado, la incorporación a la entidad de asociados de toda la tipología de establecimientos de hospedaje turístico, desde el habitual hotel de playa hasta el cámping, pasando por agroturismos y hoteles de interior, con un total de casi 400 miembros, «porque los tiempos cambian y hay que adaptarse» dice y, por otro, un saneamiento económico desde la delicada situación existente cuando entró –por una sentencia judicial referente a unos cursos–, con riesgo incluso de perder la propia sede, a disponer de casi 200.000 euros en los bancos.
Casals apunta también que tras aceptar el impuesto de turismo sostenible de las dos últimas legislaturas del Govern balear de izquierdas, que cobran los alojamientos a los clientes desde 2016, estaría bien «que se utilizaran al menos 80 millones de euros, de los recaudados en Menorca, precisamente en mejorar zonas turísticas de la Isla».
De carácter discreto y moderado, Casals (Palma, 1963), heredó de su familia, menorquina, la emprendeduría hotelera. Conoce las entrañas del sector turístico de la Isla desde los años 60.
Actualmente los miembros de Ashome «dan trabajo a unos 5.000 asalariados y su actividad genera más de 1.000 millones de euros», explica. Y añade que hoy en día son ellos, los empresarios del sector turístico, los que sostienen la economía. Está orgulloso de ser hotelero menorquín y responde a la entrevista como tal.
¿Cómo les está yendo esta temporada 2023?
—El año 22 fue un año extraordinario en número de visitantes. Este año, viendo en nuestro departamento comercial los clics de la demanda vemos que nos estamos normalizando respecto al 2019 y por debajo del 22. Empezó el año muy fuerte y ahora los hoteles volvemos a una situación relativamente buena; los apartamentos y alquiler turístico han bajado y se normalizarán al 2019, los tres últimos han sido años fantásticos; a los agroturismos les va bastante bien, es una tipología que tiene un mercado, en concreto de los últimos 6 o 7 años, con clientes de poder adquisitivo bastante alto. El 2022 quedará como un récord bastante importante. Yo calculo que esta temporada la actividad descenderá entre un cinco y un diez respecto a la pasada.
¿Cree que hay que poner límites para reducir la masificación turística, en la entrada de coches, por ejemplo?
—Hay que empezar desde el principio porque los políticos tienen que ser suficientemente sinceros para ver que el modelo turístico no lo han cambiado ellos. Nosotros con el PTI del 2003 ya teníamos nuestro crecimiento capado a 600 plazas al año, durante 10 años, hasta 6.000, de las que solo hemos consumido 3.780. Así, ¿De dónde ha venido el crecimiento exponencial? De plazas en viviendas vacacionales, alquiler turístico, hoteles de ciudad, agroturismo y de 40.000 plazas de alquiler alegal, que son estancias que no pueden ser legales porque no reúnen condiciones. Y lo más fácil ha sido criticar al sector hotelero, que no ha crecido. Esto es verdad. Cuando sepamos cuál es el número de licencias de estancias que puede soportar la Isla, empecemos a pensar en prohibir, pero que no prohíban cosas cuando lo están haciendo mal. Más que prohibir sería controlar. Estamos en libre mercado. Tomar decisiones populistas como que no entren coches, como en Formentera, cuando no es comparable... Menorca tiene edificado el nueve por ciento.
¿Cómo actuó Ashome respecto al impuesto de estancias turísticas y qué le parece la inversión realizada?
—Fuimos la única asociación de Balears que estuvimos de acuerdo con la ecotasa, con la condición que no fuera un error como la antigua ecotasa y, lamentablemente, han hecho los mismo errores. Tendría que servir para tapar la huella turística y se ha dedicado a inversiones y estudios de otros ámbitos. Desde 2015 estimo que tendrían que llegar a Menorca unos 12 millones de euros al año: contando dos años malos por la pandemia, tenían que haber llegado entre 70 y 80 millones, que no sé dónde están. Viendo la relación entre lo recaudado y lo invertido, hay una diferencia del 70 por ciento.
¿Qué papel jugó Ashome en el nuevo convenio de hostelería de Balears?
—Hemos tenido muchísima importancia en el nuevo convenio colectivo que hemos firmado. Nos pusimos fuertes, dentro del esfuerzo que teníamos que hacer después del congelamiento de sueldos por la pandemia, porque veíamos que el crecimiento tenía que ser sostenible y fuimos una de las primeras asociaciones en aceptar el incremento, razonablemente correcto.
Respecto al parque Splash de su grupo empresarial, con licencia anulada desde 2022, por sentencia firme, y un informe del Consultiu que descarta derechos de indemnización, ¿Alberga esperanzas de no tener que demolerlo?
—Esto emocionalmente me ha afectado muchísimo. Me ha dolido mucho el carácter político que ha cogido porque este parque ha ganado premios de ser el mejor parque acuático de Balears y el más sostenible porque capta agua del mar y se ha hecho con todos los requisitos. El expediente que yo tengo es inmaculado. Nosotros compramos el terreno hace 30 años como urbanizable... En fin, lamentablemente ha salido como ha salido. Yo como menorquín haré todo lo posible, dentro de la legalidad, a ver si hay la posibilidad de arreglar este tema. Yo no quiero 32 millones de indemnizaciones. A mí me han dicho que si he hecho «un pelotazo», que si «un empresario sin escrúpulos», esto me ha hecho mucho daño... Todo se hizo de forma legal, a través de la Ley turística que nos obligaba a abrir ocho meses al año, el hotel. Pero eso no se explica.
¿Qué destaca de Sebastià Triay Fayas, propietario del grupo Sagitario, y nuevo presidente de Ashome?
—El nuevo presidente es un muy buen empresario, totalmente menorquín, que no solo es hotelero, es constructor y defiende el sector primario, cree en la nueva economía de circularidad. Y con su mujer y sus hijos son una familia extremadamente capacitada y de mucho prestigio. Será un buen presidente.
El apunte
«Una carretera segura pero sin un desarrollo brutal, acorde con la Isla»
Luís Pablo Casals defiende la «modernización con crecimiento sostenible» y respecto a las casi eternas obras de la carretera Me-1 dice que «ahora parece que hacemos una carretera de 3 o 4 carriles, ¡Por favor! No puede ser que por motivos políticos estemos así... Si tiene los informes técnicos adecuados, no hay ningún problema en hacer una carretera razonablemente correcta. No pido grandes carreteras de tres viales ni autopistas como tienen en Eivissa».
«A los políticos les pediría que se encierren en un cuarto y que piensen en los menorquines. No nos tiene que gobernar la opinión de un 12 o 13 por ciento de la población, con todo mi respeto» expresa con claridad.
Ante todo está la seguridad, opina, y hacer las cosas acordes con Menorca, «sin hacer un desarrollo brutal, pero que tengamos una carretera normal». Y concluye «lo que no puede ser es que tengamos una carretera durante ocho años con líneas amarillas».