El cementerio de Es Castell se construyó en 1848 y experimentó ensanches en 1948 y 1981, pero no fue hasta 2008 cuando se modernizó y estrenó su tanatorio, los servicios sanitarios, la sala de ceremonias y la ampliación de 300 nichos y 60 columbarios destinados a acoger las urnas con cenizas. Todo ello en una superficie de media hectárea adquirida por el Ayuntamiento y según el proyecto de 1998 diseñado por el arquitecto Joan Enric Vilardell, un trabajo distinguido en los IV Premios de Arquitectura de Menorca, 2005-2008, del Colegio Oficial de Arquitectos de las Illes Balears.
En estos días previos a la celebración del Día de Todos los Santos, Vilardell reflexiona sobre el proceso creativo para diseñar el camposanto, el único proyecto de estas características que aparece en su extensa trayectoria profesional. «Es un encargo muy singular, un reto para todo arquitecto porque se trata de un viaje no hacia la vida sino hacia la muerte, hay una serie de rituales, ceremonias y conceptos filosóficos, que obligan a la reflexión», explica durante un paseo por el cementerio situado en la carretera de Sant Felip, donde los operarios se afanan por limpiar y preparar el recorrido entre tumbas para la llegada de visitantes.
Aunque los cementerios urbanos, fuera ya de los patios de las iglesias, surgieron en el siglo XIX y el de Es Castell sigue esa norma, en realidad se construyó en suelo parcialmente consagrado, comenta Vilardell, ya que durante las obras de ampliación se hallaron restos de la antigua iglesia del pueblo, originariamente en los arrabales del castillo; ruinas que se pueden contemplar en la zona ampliada.
El tanatorio, nexo entre el recinto antiguo y el moderno, está concebido en vertical, «intenta elevar el espíritu», es una estructura de pilares verticales que en su exterior recuerda a una taula talayótica. El paseo que conduce a los nichos y columbarios es un itinerario que desciende por el terreno excavado, lo que permite reducir el impacto visual de la estructura contemplada desde el mar.
Los criterios paisajísticos, junto con los sanitarios que requieren este tipo de infraestructuras, fueron de vital importancia en el diseño. «En este cementerio analizamos mucho el tema de los edificios, para no hacer uno muy alto fuimos seccionando y haciendo diferentes módulos», explica Vilardell, quien recorrió los cementerios de la Isla antes de materializar la extensión del de Es Castell, pero también los de otras ciudades, como Igualada, en Barcelona, y Edimburgo, en Escocia, de los que extrajo inspiración.
El camino hacia los nichos, suficientemente amplio para que circule el coche fúnebre, finaliza en una cascada de agua y un estanque que al inaugurarse la ampliación funcionaron, pero que hoy día están en desuso, para desilusión del arquitecto, que aboga por una actuación municipal que devuelva al proyecto parte de su filosofía: el agua como origen de la vida y al mismo tiempo el final, utilizando la metáfora del poeta Jorge Manrique –otra fuente de ideas–, cuando escribe «nuestras vidas son los ríos que van a dar en el mar, que es el morir».
Visita de estudiantes
El cementerio de Es Castell fue visitado recientemente por un grupo de estudiantes de tercer curso de arquitectura de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC). Los futuros arquitectos en realidad llegaron a Es Castell para realizar un ejercicio sobre la ordenación de una manzana en la calle Fontanilles, contactaron con Vilardell –cuya tesis doctoral analizó la fundación de la población de Georgetown, hoy Es Castell, en 1771–, y aprovecharon para recorrer la localidad, apreciar su diseño urbanístico y conocer asimismo el proyecto del cementerio.
Es un reconocimiento a una obra de la que el propio Colegio de Arquitectos, al seleccionarla para sus premios, destacó su aspecto monumental «propio del mundo de la Antigüedad», por la unidad del material de hormigón utilizado y por la organización sobre la base de pabellones herméticos. Sin embargo el autor del proyecto echa en falta un mayor cuidado por los detalles en el recinto, «tal vez porque no se ha explicado el edificio creo que ha sido un poco ignorado e infrautilizado todos estos años». Al mismo tiempo hay pequeñas actuaciones que desvirtúan el sentido del diseño original, y como ejemplo señala unos focos colocados en el tejado del tanatorio rompiendo con la silueta de taula que originariamente ideó. Confía en que el Consistorio ponga en marcha elementos como el surtidor y el estanque en el que concluye el recorrido, cuya instalación está montada y su funcionamiento completaría la estética del conjunto funerario de Es Castell.