A pesar de la sentencia firme de la Sala de lo Contencioso Administrativo de Palma, que dio la razón a los vecinos afectados por los ruidos de Es Pla y obligó al Ayuntamiento a controlar estos excesos acústicos, los residentes afirman que el pasado verano, el primero en la aplicación del mandato judicial, no han notado muchos cambios, «la mejoría ha sido escasa», asegura uno de los vecinos que se implicó en el litigio.
«Me sé las canciones de Quevedo porque las oigo desde mi ventana, se te graban en la cabeza, es como una radio que no puedo apagar». Puede resultar jocoso pero no hay ninguna intención de bromear en la frase que pronuncia este afectado. Lleva años soportando el ruido de Es Pla y eso le ha llevado a tomar medidas como acometer obras de reforma y trasladar los dormitorios a la parte posterior de la casa, menos expuesta. «Es un problema sobrevenido, no ha sido así toda la vida, ha empeorado y se ha extendido en el tiempo», agrega.
Explica a «Es Diari» que el origen de la contaminación acústica son los gritos y las voces de grupos en Es Pla; la música de las terrazas de los locales, «que este año al menos cuatro locales han mantenido pasada la medianoche aun con la sentencia ganada»; la música del interior de las discotecas y los conciertos cuando se abren y cierran las puertas; las fiestas privadas en huertos y «los incívicos que bajan en coche y hacen botellón», incluso accediendo contradirección por la cuesta junto al Bastió de sa Font.