La homofobia es un fenómeno tan antiguo, como la sociedad tal y como la entendemos. Porque en ningún caso se trata de algo actual, moderno, todo lo contrario. Y es plenamente aplicable a Menorca y a las Illes Balears, como documenta en su nuevo libro el profesor y expolítico Nel Martí. «Memorial de violetes. Crònica menorquina de la repressió i l'alliberament homosexual a les Balears».
Nova Editorial Moll edita este volumen, que el autor titula con el término ‘violetas', una de las múltiples formas que se usaban para «referirse a los que no cumplían con los cánones de masculinidad, de heterosexualidad, establecidos». A partir de ahí, Martí ha investigado como, a lo largo de la historia, se ha marginado, perseguido, juzgado y condenado a los homosexuales, concepto que, por otro lado, incluye en su libro a «cualquier persona no heteronormativa».
La labor de investigación no ha sido, ni sencilla, ni total, puesto que, lamenta el autor, «por cuestiones legales y jurídicas, todavía no se puede acceder a la documentación de los juzgados», donde deben constar los juicios y las sentencias dictadas. Así, el trabajo se ha basado en los documentos consultables en archivos históricos, el Diocesano de Menorca, o también en la Ciutat de la Justicia de Catalunya.
Desde la reconquista cristiana
De casos de persecución y represión a homosexuales hay constancia desde los tiempos de la reconquista de Menorca, en el siglo XIII, con documentos que se refieren a la sodomía en casos como el de Ponç Hug, en el año 1311.
De la Edad Media existen documentos, aunque «muy dispersos», pero que son suficientes para afirmar que, ya en ese periodo de la historia, se perseguía la homosexualidad. «Para repoblar Menorca [por los cristianos, tras la dominación musulmana], se dejaba claro quién podía venir a la Isla», eso es, personas intachables y libres de toda sospecha. Y desde ahí, siempre ha habido un «control social, religioso, cultural» que obligaba a mantener sigilo sobre las tendencias consideradas «contra natura».
En los siglos posteriores, con el estamento religioso y la Inquisición como principales guardianes de lo aceptable, se sucedieron los casos. Por ejemplo, «en el siglo XVIII hubo la causa contra Mohamed Funer, está documentado en el Arxiu Històric de Maó», y del XIX, en el Arxiu Diocesà, en Ciutadella, se conserva el «expediente abierto por sodomía contra un monje del Toro, donde finalmente, por presiones del ámbito religioso, el juez acabó condenando al denunciante».
«Pongo de manifiesto hechos históricos para destapar la historia no contada de la represión contra las personas homosexuales», dice el escritor, eso sí, «poniéndolo en contexto».
Franquismo
El franquismo representa la institucionalización de la represión contra los homosexuales. Son numerosas las fuentes documentales, desde fichas policiales a expedientes judiciales o penitenciarios, «con datos de personas acusadas, detenidas y juzgadas por ser homosexuales». Una labor investigadora que «se había hecho en otros territorios y que yo hago de Menorca y Balears».
Durante la dictadura, el régimen «deroga todas las leyes de la Segunda República, salvo la Ley de Vagos y Maleantes de 1933, que en 1954 introduce el delito de ser homosexual». Un texto que contemplaba sentencias de hasta 3 años de prisión, el destierro y la vigilancia por parte de las autoridades, y que de forma clara tenía un carácter clasista, «las personas de clase alta, normalmente pasaban por otro camino» y «solo afectaba a las clases pobres».
El panorama legislativo contaba, además, con la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social, que fue vigente hasta 1978. Una norma que incide de forma especial en cuestiones médicas y del ámbito de la psiquiatría. Lo opuesto a lo heterosexual requería tratamientos para corregir la desviación, ya fuera con electroshocks, tratamientos hormonales o neuroquirúrgicos, para extirpar la parte dañada del cerebro que provocaba esa enfermedad.
Igualmente, el libro repasa lugares de ambiente, como el Trocadero en Maó o el Café Canelo en Ciutadella, así como personajes de Menorca reconocidos.
De todo esto, Martí aporta documentos históricos que corroboran cómo se abordó la cuestión en el pasado. Porque su pretensión es «contar la historia nunca contada, la que sale del armario para liberarse», como forma de lucha para la liberación gay y Lgtbi en su conjunto, para «dar visibilidad» a las homofobias y contribuir al fin de las represiones todavía muy presentes en la actualidad.
Esto ya cansa mucho, cada cual que haga lo que quiera en su cama o en la de su pareja, pero dejad ya de ir de mártires, no sois el ombligo del mundo. Decid un solo derecho que no tengáis con respecto a los heteros? En España tenéis los mismos que cualquier persona, independientemente de cual sea su condición, vuestra matraca diaria no ayuda en nada a vuestra causa, tanto hablar de igualdad y derechos, y lo que parece es que queréis estar por encima del resto. Si queréis luchar por los derechos y libertades de vuestro colectivo, os equivocáis de país, id a dar la batalla cultural a cualquier país islámico. Tenéis mucha suerte de vivir aquí.