Desesperados por tirar la basura. Así están algunos navegantes cuando llegan al puerto de Maó, sobre todo aquellos que lo hacen después de días de travesía y se encuentran con que han desaparecido los contenedores en los muelles, debido a la implantación de la recogida puerta a puerta.
Las empresas que prestan el servicio de amarres en el puerto de Maó son responsables de gestionar los residuos que desembarcan sus clientes, pero aseguran que les dejan bolsas de barcos que están de paso, que entran a refugiarse en la bahía o que fondean. «¿Por qué voy a gestionar yo su basura?», se queja el capitán de una marina del Moll de Llevant, «son usuarios del puerto».
Algunas concesionarias trasladaron su malestar a Autoridad Portuaria, que ha contratado con FCC el refuerzo de la recogida de basuras en Cala Teulera. Cada mañana de 9 a 11 horas pasa un camión para retirar los residuos que dejan las embarcaciones fondeadas en los contenedores de recogida selectiva que ha instalado Ports de Balears.
Los vecinos de Cala Llonga ya alertaron del problema de los barcos en la reunión informativa previa al inicio del sistema puerta a puerta, que el Consorcio de Residuos de Menorca implantó en esta zona el pasado 1 de julio. También los residentes en el puerto deben estar vigilantes, «cuando sacas tu cubo te meten basura que no es tuya», comentaba ayer un trabajador de la rada que además vive en la zona.
Las empresas tienen contenedores en los pantalanes para que los navegantes que pagan el amarre depositen la basura seleccionada, pero los marineros tienen que controlar que no se cuele alguna embarcación auxiliar para ‘sacar la basura' de un yate que fondea o, simplemente, que busca dejar los restos en el muelle que tiene más cerca, como hacía en temporadas pasadas. También hay veraneantes que amontonan basura en torno a los puntos verdes de las marinas o en las áreas de aportación que, en teoría, son solo para comerciantes o restauradores. «Es un cachondeo», comenta el responsable de una concesionaria en el muelle de levante, «me da pena no solo por el negocio sino también a nivel emocional, como mahonés y menorquín, ver el suelo lleno de chorretones de aceite y esa bocanada de mal olor cuando pasas por un área donde se concentran las basuras».
Contenedores vigilados
Los contenedores de las empresas de amarres están en zonas controladas, bajo llave o código de entrada al pantalán, «si los dejamos a pie de calle la gente tira su basura, están en nuestras instalaciones», explican en una marina de Sa Colàrsega. «Nos hacen falta más contenedores, ya los hemos reclamado al consorcio», comentan, y es que un yate de gran eslora «llena dos contenedores rápido», señala otro empresario. Deshacerse de la basura se ha convertido para muchos en una gincana, aunque los que pagan un amarre son advertidos del cambio de sistema cuando tocan puerto. Se les pasa la información a todos, también a los de tránsito, cuando se registran, explicando que tienen que seleccionar en origen y qué días se saca cada fracción y cuándo es la recogida.
Aunque no todas las marinas tienen espacio suficiente para contar con sus propios contenedores. En estos casos cuentan con una tarjeta para acceder a las áreas de aportación y allí depositar las bolsas de basura en el contenedor correspondiente.
En general la sensación es de que el sistema, para los barcos, no está funcionando bien, y de que el Consorcio se ha precipitado, pese a que la mayoría de los consultados por este diario se muestran a favor de reciclar, «cien por cien de acuerdo con la sostenibilidad, pero que mejoren el sistema los expertos, nosotros somos expertos en muelles», señalaba el responsable de una concesionaria, «y aquí si quieres dar un paseo agradable por el puerto a primera hora te encuentras una colección de contenedores en la calle, también hay gente que mete la bolsa de basura a presión en las papeleras».
El apunte
La basura de algunos barcos no llega seleccionada y es trabajo extra
Si separar los residuos en casa puede ser engorroso, en un barco de dimensiones reducidas en alta mar también. Los grandes yates de lujo cuentan con personal y espacio, pero también «hay que pensar que en un velero de 10 metros no hay tanto sitio y que muchos llegan al puerto después de haber estado navegando durante días», afirma un trabajador del puerto de Maó. Tampoco están por la tarea de separar «los que salen a navegar una tarde y han pagado por el alquiler un dineral», apunta otro empleado. En su caso afirma que era firme defensor del sistema, «la teoría es buena, pero trasladarlo a los barcos es complicado». Ahora entre sus tareas diarias ha incluido la comprobación de que en las bolsas de envases no haya, por ejemplo, vidrio mezclado, un trabajo extra no muy agradable.
«Me pongo guantes y lo separo, porque si tiro vidrio con el plástico a nosotros nos lo van a echar atrás, intento hacer las cosas bien pero creo que en verano tendrían que idear un sistema diferente».