La vicepresidenta de la Asociación de Empresarios de Explotaciones Agrarias de Menorca (Agrame), Alexandra Verdú-Bütikofer, empezó su intervención enumerando los problemas del campo menorquín, como el precio de la leche, la doble insularidad, la sequía o la lengua azul, pero dijo que prefería mirar al futuro con ilusión, «para seguir acompañando a los agricultores y ganaderos que quieren seguir conservando su profesión y un estilo de vida arraigado en Menorca».
Por ello, remarcó la necesidad de que la Isla sea capaz de definir una estrategia como territorio, «sin dejar de mirar al exterior, pero sin olvidar que somos una isla y que tenemos desventajas, pero también ventajas como el turismo, que tenemos que aprovechar con equilibrio».
En este sentido, destacó la importancia de las actividades complementarias, «que permiten disponer de una palanca de ingresos necesaria». «Tenemos muchas dificultades, pero también oportunidades, y el turismo lo es para el campo de Menorca», enfatizó.
Asimismo, hizo referencia al papel clave que la nueva ley agraria de Balears debe tener para el futuro de las explotaciones de la Isla, y solicitó al conseller Simonet la redacción de un texto claro, «sin ambigüedades ni interpretaciones como hasta ahora», así como la simplificación de los procesos administrativos. También pidió no olvidar la idiosincrasia de cada una de las islas que componen la comunidad autónoma, y subrayó la necesidad de garantizar la representatividad de las organizaciones agrarias, y de no politizar los problemas del campo.
«La nueva ley agraria debe ser un importante motor de mantenimiento y reactivación de la actividad económica, agrícola, ganadera y forestal, para garantizar la continuidad a través de la diversificación, la inversión y el relevo generacional», concluyó.