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Manuel Valls: «El francés no viene a Menorca ni a restar ni a cambiar la Isla»

El historiador y político dice que los galos vienen a sumar, en lo económico y en lo social

Manuel Valls, durante su intervención en el Foro este martes | Foto: Gemma Andreu

| Menorca | |

El historiador y político Manuel Valls Galfetti (Barcelona, 1962), que conoció algo de Menorca durante los años 80 del siglo anterior, y la ha descubierto realmente a lo largo de la presente década gracias a su relación con Susana Gallardo, tocó varios puntos durante su intervención.

El que fuera alcalde de la región parisina de Evry y actual ministro de Ultramar de la República de Francia, resaltó el orgullo de pertenecer a su país, y lo mucho que le gusta la historia del mismo. A la par que la «de la Isla», refirió.

En esos términos, evocó la conquista gala de la Isla en el siglo XVIII –en 1756, producto de una «gran victoria» sobre Inglaterra, que entonces gobernaba la misma–, que implicó la importación de trigo, la génesis del Camí de Cavalls –para uso militar– y la fundación de Sant Lluís, o como ayudó a España a reconquistar la Isla en 1782.

Resultó una revisión que incluyó también pasajes como los movimientos migratorios menorquines a Argel en el siglo XIX –por cierto, un par de descendientes de aquellos menorquines, ya franceses de cuarta generación, estuvieron ayer en el Foro– y que Valls utilizó para poner en contexto una interacción entre la Isla y su país que no es un fenómeno del actual siglo y sí más ancestral.

A la par que la francesa, Valls aludió a las muchas dominaciones, desde la cartaginesa a la española, que ha advertido una isla en la que lo único que queda siempre «es lo más bonito, el Mediterráneo», y que han ayudado en la forja del carácter y cultura de un pueblo que siempre se ha mostrado «amable y acogedor con el visitante».

El ministro galo, que en tono distendido hizo alusión a la promoción que hace de la salsa mahonesa en su país como producto autóctono insular, comentó que el francés encuentra «aquí», a solo dos horas de su casa, «un equilibrio de vida que hay en pocos lugares del mundo».

En ese marco, Valls quiso precisar que el francés «no viene a cambiar, ni a restar», y sí, en la medida de sus posibilidades –en lo que coincidieron sus otros tres compatriotas– a ayudar a la economía y sociedad menorquina. Por último, el político de origen catalán dijo que la gran presencia de sus conciudadanos no hará que perdamos la identidad, sino al revés, puesto que esa aportación se potenciará con esta interacción entre Francia y la Isla.

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