La Policía Local de Ciutadella ha desmantelado un clan familiar dedicado a la venta ambulante en varias playas vírgenes de la costa sur, fundamentalmente en Cala en Turqueta y Son Saura. Se trata de un grupo, dos de cuyos miembros, de 26 y 46 años de edad, han sido sancionados por violación de las ordenanzas municipales al ejercer este comercio descontrolado ante los bañistas que acuden a estas calas.
En la operación policial llevada a cabo este pasado sábado fueron intervenidos entre Son Saura y Cala en Turqueta 300 kilos de fruta, distribuida en 196 piezas (piñas, cocos y sandías), 200 refrescos, entre cervezas, cocacola y botellines de agua, además de algunas sombrillas, vasos, hielos, botellas de licor y otros materiales para el transporte de la mercancía por la arena.
La intervención policial, liderada por el coordinador de playas, el oficial Joaquín Salvador, va más allá de un decomiso habitual de fruta o refrescos a vendedores individuales que tratan de subsistir con lo que pueden vender en las playas aprovechando la ausencia de chiringuitos. En este caso, sin embargo, se trata de un clan familiar, que según la investigación seguida por la Policía Local en las últimas semanas, tenía estructurado un negocio que le reportaba beneficios evidentes. El valor del género decomisado en la intervención del pasado sábado ronda los 1.700 euros. Muchas frutas se venden en porciones, las sandías por ejemplo, lo que multiplica las ganancias que pueden superar los 500 euros diarios.
Los vendedores ambulantes guardaban el material en diferentes escondites en ambas playas. Así, los agentes encontraron parte del género bajo las trincheras en Son Saura y en un pozo tapado con un toldo en Cala en Turqueta.
Al almacenar el género estos productos sin ningún tipo de control ni garantía sanitaria durante uno o varios días, puede llegar en mal estado a quienes lo consuman. «La única forma de evitar complicaciones graves, algún tipo de intoxicación, es que la gente no compre», señala el oficial Joaquín Salvador.
El otro problema añadido de este almacenamiento descontrolado es la acumulación de residuos de las frutas en mal estado que acaban pudriéndose. Este hecho provoca que las cabras silvestres aparezcan por las playas a primera hora de la mañana en busca de comida porque se habitúan a encontrarla. En algunos de los zulos donde guardan el material, es fácilmente reconocible el paso de las ratas por la rotura de las bolsas, indican fuentes policiales.