Siete años y medio de prisión y tres de libertad vigilada. Esa es la pena que un juzgado ha impuesto a Justin Edwards por conducir bajo los efectos del alcohol, arrollar a una pareja de transeúntes y empotrar el coche que conducía contra uno de los muros del cementerio de Tolomato, en la localidad norteamericana de Saint Agustine, en el estado de Florida. La noticia ha traspasado las fronteras por la importancia histórica que el citado camposanto tiene para Menorca, donde descansan los restos de a quienes se conocen como los ‘minorcans', quienes en la segunda mitad del siglo XVIII cruzaron el Atlántico buscando un futuro mejor.
Los hechos tuvieron lugar el pasado 29 de enero, pero la sentencia no se hizo pública hasta la semana pasada, cuando se notificó al protagonista del incidente que además de cumplir una pena de prisión tendrá que realizar 200 horas de trabajos comunitarios y asistir periódicamente a reuniones de Alcohólicos Anónimos. Por otra parte, según se recoge también en diferentes medios locales de Saint Agustine, se le retirará de por vida el carnet de conducir.
Las mismas fuentes hablan de unos daños en la estructura exterior del histórico cementerio que rondan los 10.000 euros.
Los norteamericanos no son santo de mi devoción, por su prepotencia y pretendida superioridad, creyéndose los árbitros del mundo. Pero hay que reconocer que allí la Justicia no se anda con tonterías y los jueces se toman muy en serio su papel. Los de aquí tienen mucho que aprender, de tanto buenismo, pasan por incompetentes.