Un año y medio de prisión e inhabilitación especial para realizar cualquier actividad relacionada con el ejercicio del derecho de cazar o pescar durante tres años es la condena que solicita la fiscal a un hombre de 36 años, residente en Maó, acusado de un delito de atentado contra especies de fauna amenazadas, en relación a la pesca marítima, marisqueo y acuicultura en Balears.
El pescador furtivo será juzgado el martes en Ciutadella por los hechos que se le imputan tras haber sido descubierto por agentes de la Guardia Civil del Seprona el 11 de junio de 2018 junto al faro de Cavalleria.
Los guardias habían iniciado la investigación al tener conocimiento de que se realizaba pesca furtiva en esa zona de la Reserva Marina del Norte, integrada en la Red Natura 2000 y catalogada como Zona de Especial Protección para las Aves. El servicio había iniciado las pesquisas varias semanas antes tras recibir la información.
El hombre fue sorprendido con 18 kilos de capturas en el maletero de su vehículo aquel día, poco antes de las 22 horas. Los guardias civiles encontraron en el interior del coche seis cigarras de mar con un peso de 5,68 kilos, tres meros que pesaban 9,65 kilos y una serviola de 2,30 kilos. La captura de las cigarras de mar, al tratarse de una especie protegida, está prohibida y además en aquel momento era época de veda de pesca submarina, marisqueo y acuicultura en Balears. Por este motivo las capturas tiene una alta cotización en el mercado negro por la demanda de restaurantes en época estival. El valor de la pesca podría haber alcanzado los 1.500 euros.
El acusado, que ya había sido imputado por delitos similares en otras ocasiones, se enfrenta por tanto a una responsabilidad penal. En el momento de ser interceptado por la Guardia Civil carecía de licencia de pesca o autorización para la práctica que acababa de realizar.
Los agentes le intervinieron además varios arpones, una red y otros aparejos propios de pesca submarina.