Hace unos días se llevó a cabo el aparatoso rescate de una adolescente que había quedado atrapada en Sa Cova de Punta Prima, una zona de muy difícil acceso. En este caso, con las complicaciones añadidas del oleaje que azotaba el litoral sur, tanto Pedro Pons, propietario de la náutica Pedro's Boat Center, como un agente de la Guardia Civil fuera de servicio, se embarcaron en un rescate muy costoso que acabó con un final feliz.
Falta de medios
El agente estaba pasando la tarde en la terraza de su casa de verano en Punta Prima y vio a lo lejos, sobre las 18 horas de la tarde del martes, cómo un chico de Cruz Roja se intentaba dirigir en kayak hacia la zona de Sa Cova, en la cual hay un precipicio de una altura considerable. Tan solo tres minutos después, unos socorristas pasaron corriendo por delante de su casa.
Preocupado por lo que estaba aconteciendo, el agente se acercó hasta uno de ellos, quien le explicó la situación. Una chica se había quedado atrapada en Sa Cova y no tenían manera de poder acceder hasta el lugar para sacarla de allí.
Así pues, el guardia civil avisó al vecino que vive enfrente de su apartamento, Pedro Pons Cardona, gerente de la empresa náutica Pedro's Boat, quien cuenta con una amplia experiencia en salvamento marítimo.
Y es que los jóvenes socorristas no disponían de los medios adecuados para realizar la operación de rescate. Apenas tenían una pequeña barca neumática de tan solo cinco caballos de potencia en su motor. Si la hubiesen empleado, lo más probable es que hubiesen volcado en el intento de rescate. Ante esta situación, el guardia civil acompañó a Pedro a por una neumática de mayor tamaño y potencia que éste tenía en Biniancolla.
Instantes finales
Habiendo llegado ya al punto en el que se encontraba la joven, Pedro comenta que si se volviese a intentar de nuevo, «no saldría bien». Pero en este caso, sí. Preparado físicamente para ello, el miembro de la Guardia Civil se ató un cabo en la pierna por si en algún momento cayese al agua. No obstante, logró agarrar del brazo a la chica y meterla en la barca de un fuerte estirón.
Pese al susto inicial, por suerte todo salió bien.