La cárcel de Menorca está considerada desde hace aproximadamente un año como un centro de reclusión de baja conflictividad, a partir de la recalificación de 8 a 3 grupos que hizo Instituciones Penitenciarias en función de las dimensiones de las 81 centros penitenciarios y de inserción social que gestiona, el número de módulos y dependencias con las que cuenta y el perfil de sus reclusos.
La de Menorca pasó de estar en la clasificación intermedia al último subgrupo, junto a las de Eivissa, Santa Cruz de la Palma, también la de Palma y la de Tenerife. Ocupan esta clasificación como centros de pequeñas dimensiones con menos de 350 internos y bajo perfil conflictivo, dificultad reducida, escasos módulos (la de Menorca solo tiene dos), y una gestión que corresponde al denominado sistema penal alternativo, especialmente las de Menorca y Santa Cruz de La Palma. Muchos de sus penados están en régimen de semilibertad o con aplicación de condenas y medidas alternativas.
De hecho, desde su puesta en funcionamiento hace casi 13 años siempre se había considerado una prisión relativamente cómoda tanto para reclusos como para funcionarios y personal laboral, aunque entre sus muros se registraron dos suicidios en sus primeros años y varios episodios violentos que acabaron en el juzgado por agresiones a los trabajadores, o denuncias de los reclusos por presuntas actuaciones a la inversa, situaciones, en todo caso, comunes a la mayoría de las cárceles del país.
El coste de la estancia carcelaria en el Centro Penitenciario de Menorca supera los 15000 (QUINCE MIL) euros mensuales por recluso.