El Carnaval de 2020, antes de la era covid, es la última fiesta que recordamos haber celebrado con normalidad en el último año. Se salvó por los pelos, ya que el confinamiento estaba a la vuelta de la esquina. Desde hacía tiempo se sabía que la celebración este 2021 iba a ser diferente, y en un panorama en el que sigue predominando lo digital como la vía más segura, los límites del entorno escolar se han convertido este año en el refugio del Carnaval más tradicional.
Sin posibilidad de cumplir con las tradicionales ruas, los desfiles han tenido lugar en los patios y la fiesta en plena clase. «Aunque sea en un ámbito burbuja, los alumnos lo han celebrado con mucha ilusión, ya que se trata de una forma de romper la rutina», asegura Joana Vidal, la directora del colegio Joan Benejam de Ciutadella, donde al igual que el resto de centros del pueblo se apostó por seguir la temática que a nivel municipal ya se había elegido para 2021, el mundo de la música.
En cambio, en el colegio Castell de Santa Àgueda de Ferreries apostaron más por la temática libre, con una celebración que se ha prolongado durante varios días. «Este año ha sido una fiesta en petit comité», explicaba ayer la directora del centro, Antònia Bosch.
Desde el colegio Cormar de Maó reconocen que este año ha sido un Carnaval «diferente por lo tranquilo. Todos somos conscientes del momento que vivimos», argumenta su director, Miquel Gomila, quien señala que la fiesta se ha concentrado principalmente en la jornada el dijous llarder.
Aunque de manera diferente, el espíritu carnavalesco ha sobrevivido, a la espera de seguir celebrándolo estos días a través de internet y las redes sociales.