Es el Día Mundial del Turismo y Ruth López Dolz lo celebra trabajando, pero saca un hueco de su agenda para atender a la prensa. «A estas alturas, la actividad es más relajada» confiesa esta guía valenciana afinca en Menorca y responsable del trabajo titulado «El acercamiento cultural como respuesta a la turismofobia», la tesis presentada este septiembre en el máster de gestión cultural que ha cursado en la Universitat Politècnica de València.
A juicio de López Dolz, «a estas alturas ya no debería hablarse de viajar y ser visitado sin hablar de turismo responsable y consciente.». Y para llegar a ese objetivo entiende el acercamiento cultural como un elemento clave. A esta guía turística le gusta explicar su mensaje a través de algo que ella misma ha bautizado como «el método de 180 grados», que pasa por «poner al local como visitante, como explorador de su propia cultura».
En ese sentido, considera que «conocer, valorar y respetar la cultura y el entorno del que se forma parte es básico para desarrollar un turismo consciente, responsable y sostenible». En otras palabras, la clave pasa por «empatizar». Es decir, si el local es conocedor y respetuoso con su propio entorno y cultura «marca las pautas de cómo quiere ser visitado; digamos que abre la puerta a un mercado para que venga a explorar con ese mismo respeto».
La tesis ha llevado a su autora a la conclusión de que en los tiempos que corren la palabra turista quizás se ha quedado «desfasada», ella prefiere hablar de visitantes. La turismofobia es un fenómeno cada vez más extendido dentro del turismo de masas, recuerda en su argumentación para llegar al acercamiento cultural como una solución al problema. «Aproximar el patrimonio al local lo coloca como visitante local y lo hace empatizar con el visitante foráneo», insiste.
Aprovechando la celebración del Día Mundial del Turismo, López Dolç hace algunas reflexiones sobre el sector en el que trabaja. Apunta que si al principio de temporada se planteaban dos escenarios, el de el fracaso o morir de éxito, ella responde que «ni tanto ni tan poco» y apuesta por un modelo «en el que se tomen medidas para que haya un equilibrio». En ese sentido, considera que en Menorca a nivel legislativo «se hace un buen trabajo, pero luego en la práctica no se evidencia». Por ejemplo, en el control de capacidad de carga, para lo que recuerda faltan inspectores que vigilen la oferta ilegal de alojamiento.