Llega el calor y el curso académico enfila su recta final, lo que anuncia la irrupción del verano, época que la población infantil y adolescente ancestralmente acostumbraba a destinar a la playa y al sedentarismo, tendencia que por contra se ha invertido de modo radical en tiempos más recientes, para mutar a ser un periodo de plena actividad.
Así lo prueba el amplio escaparate de propuestas que alberga la Isla durante el periodo estival, fundamentalmente en forma de escuelas de verano. Centros de ocio dependientes de los ayuntamientos, clubes deportivos, los propios centros de enseñanza... Numerosos frentes y ofertas para un fin común; diversión y ocupación para los más jóvenes y por extensión facilitar la rutina diaria de sus mayores en una estación del año en que conciliar trabajo y hogar no es sencillo.
En ese marco, un par de aspectos a destacar; julio es el trecho que comprende mayor demanda –y oferta por añadidura–, siendo agosto un intervalo más orientado a la familia, y que el precio medio, por niño o adolescente, implica una factura para sus padres de alrededor de 260 euros mensuales –si bien siempre hay opciones más económicas o más elitistas– y oscila sobre los 70-80 euros si el cómputo es semanal, con ciertos matices y flexibilidad, como pueden ser descuentos por ser asociado o por tener dos o más hermanos inscritos.
Cuotas que se asumen, pero que no dejan de motivar «algunas quejas, aunque ajustamos el precio al máximo», explican Gemma y Mila, desde la escuela veraniega que promueve el CEIP Mare de Déu de Gràcia de Maó. De momento, para este julio, cuentan con lleno asegurado y el 90 por ciento de ocupación comprometido para agosto. El plazo sigue abierto.
Escola d’Estiu Fonti
En un contexto similar se maneja la Escola d’Estiu Fonti, dependiente del mahonés CEIP Mateu Fontirroig, donde tendrían cabida para un máximo de 200 niños –más es inviable por cuestiones de espacio– y al margen, para este año, implantan una nueva iniciativa; un viaje a Mallorca de cuatro días. «Las plazas se agotaron de inmediato», desvela Sonia Mesquida, una de las responsables. Escola Fonti cuenta para julio con trece monitores, cifra que se establece en función del ratio de niños –lo que asimismo para ciertas escuelas veraniegas, no todas, se ha significado como un problema, dar con suficiente personal. Al margen, también lleva un par de años haciendo campamentos en Biniparratx –en agosto, y con lleno–, lo que delata que el pliego de actividades que ofrecen las propuestas veraniegas no se limitan a un único lugar o materia.
Conforme a ese ámbito destaca sin ser un paradigma de excepción Estiu a Sant Lluís, proyecto activo desde hace veinte años, tanto para niños como adolescentes, donde este verano contarán con unos 80 menores –solo del 30 de junio al 1 de agosto. «Ofrecemos actividad en el núcleo urbano, actividades deportivas, náuticas, culturales...», enumera su responsable Margarita Riera, lo que exige contar con un presupuesto «potente» que en medida importante se destina «al transporte». Precisar que Sant Lluís es uno de los enclaves donde resulta arduo «encontrar personal, aunque de momento cada año lo hemos solucionado, si bien en alguna ocasión hasta una semana antes no lo tuvimos todo atado», apostilla Riera.
Recuperando la referencia al espacio, que no es un factor que por ejemplo condicione ni a UD Mahón, ni a CB Es Castell o CD Menorca, sí es un hándicap en cambio para el Casal Jove de Es Migjorn Gran –u otros ya citados–, admite su coordinadora, Roser Aguilera, donde también han sufrido en la criba para incorporar personal. Aunque se ha cerrado el plazo inscripciones y «estamos casi llenos».
En ese orden, es evidente que las instalaciones, o los recursos de que se dispone para hacer excursiones o salidas de otro perfil, sin condicionar como pueda hacerlo el precio, también tiene su influjo. Pero en ningún caso hasta el punto de frenar una tendencia evidente en los últimos lustros; la escuela, en Menorca, también es para el verano, sobre todo para julio.