La Sociedad Bicentenario General Prim que impulsa la conmemoración del 200 aniversario del nacimiento del General de Reus (1814-2014) ha organizado, entre otras muchas actividades, dos ciclos de conferencias referidas a su figura como militar y como político. El primero se celebró en la sede madrileña del Instituto de Historia y Cultura Militar y el segundo acaba de finalizar en Barcelona contando con la magnífica hospitalidad del «Cercle», su Círculo Ecuestre. Diferentes especialistas han «entrado» en la fascinante vida de Prim desde diferentes perspectivas: su etapa de formación militar en plena Guerra Carlista, sus primeros pasos parlamentarios, sus misiones en el exterior (Marruecos, Puerto Rico, Crimea, México y Francia), su etapa como Jefe de Gobierno, sin olvidar al Prim de Reus, el entorno familiar y social que vivió en aquella ciudad, la segunda en importancia entonces de Cataluña.
Este ciclo, programado en octubre de 2012 por los historiadores María José Rubio y Emilio de Diego, finalizaba con una conferencia bajo el título «Prim. La monarquía útil» que se asignó a José María Michavila. Poco imaginaba el ex ministro, letrado del Consejo de Estado, pero sobre todo entusiasta y preparado Profesor de Historia Contemporánea, como se estaría pendiente de sus palabras un 11 de Abril de 2013. El conferenciante se ciñó a su compromiso como historiador, buen conocedor del mundo en el que se movió Prim, su vida parlamentaria, la evolución de su pensamiento, el sentido práctico de su política, su liderazgo popular, sus dotes de comunicador. De vez en cuando salpicaba la conferencia con detalles relacionados con su vida como fue su relación con Lincoln, también asesinado como él a sus 56 años. Consideró el momento actual como de fin de un ciclo histórico que se inició en el Congreso de Viena de 1814, que puso fin a las guerras de Napoleón. Precisamente, este año nacía Prim y Beethoven escribía su sinfonía «Gloriosa», nombre que luego daría el General junto a Serrano y Topete a la Revolución de 1868 aquella que nació al grito de «¡Viva España con honra!»
Para Prim la Monarquía era una carta de presentación de nuestra nación en el exterior y la consideraba útil porque era una tradición en España que garantizaba estabilidad y orden. Resaltó Michavila que las monarquías fueron útiles para acabar con la esclavitud y con los señores feudales. Luego lo fueron para asentar la democracia como en Noruega, Holanda o España. «El tema es que la monarquía tiene que ser útil –resaltó–. En España lo ha sido a lo largo de la difícil Transición y de los años que la siguieron. El que haya un Jefe del Estado apartidista y que la Institución sea estable, es bueno».
Asumió que «estamos en un momento de incertidumbre» en el que hacen falta nuevos pactos de convivencia. Se remontó a 1812 para hablar de un primer aunque efímero consenso . Y fue repasando las épocas en que éste se ha logrado y los resultados positivos obtenidos. Se detuvo especialmente en la Restauración ligada a la figura de Antonio Cánovas del Castillo –asesinado como Prim– y muy especialmente en los Pactos de la Moncloa logrados por la hábil política de Adolfo Suárez. Dejó no obstante claro que los españoles se unen más fácilmente para quitar, para romper, que para sumar y unir. Criticó que tradicionalmente «el gran olvidado de España es el pueblo» y que Prim fue un líder que lo tuvo en cuenta dedicando muchas horas al diálogo y al entendimiento en un proyecto común. «Cuando matan a Prim en 1870, matan la posibilidad de consenso». Lo había logrado especialmente al redactar la Constitución de 1869, considerada la primera constitución democrática de nuestro pasado más reciente. También asesinaron a esta Constitución quienes urdieron y materializaron el atentado de la calle del Turco, aquella fría tarde madrileña de un 27 de Diciembre de 1870. Y hasta hace cinco meses, nada recordaba en aquel lugar el trágico atentado. Reconozcamos que como pueblo somos olvidadizos, desagradecidos, iconoclastas, poco amantes de nuestra propia historia a la que tradicionalmente manipulamos o despreciamos. Gran mérito de la Sociedad del Bicentenario el perpetuar con una placa aquel triste suceso. ¡Pero se han necesitado 142 años para reconocerlo!
Apeló por último Michavila a la necesidad de generar confianza. «¿Dónde hay empleo? En países donde hay confianza», incluida la confianza en su clase política. Y se desconfía de ésta cuando –quizás– sea más necesaria que nunca. Por supuesto, no todos los políticos son corruptos. Hay muchos españoles con honra. «Recrearse en la venganza no produce Patria», señaló, por último, y puso ejemplos recientes de ensañamientos mediáticos que luego no tuvieron una misma respuesta judicial. ¿Quién repone el daño moral?
Si tuviese que resumir en pocas palabras la magnífica lección de José María Michavila, diría: regeneremos la España con honra, que lo demás se nos dará por añadidura. Prim sigue siendo útil.
Publicado en "La Razón" el 18 de abril de 2013