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Obra pública

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Los que tenemos una cierta edad, hemos vivido a través del tiempo unos cambios que en general, han mejorado considerablemente los trabajos cotidianos. Uno muy importante, relativo a mi profesión, me estoy refiriendo a la banca. Terminados mis estudios empecé a trabajar en el Banco Español de Crédito, hoy Banesto. La oficina tenía una plantilla de veintitrés empleados, prácticamente toda la labor bancaria era manual, con el apoyo de "cuatro" máquinas de escribir y otras para sumar y restar. De aquella "prehistoria" bancaria hasta la actualidad las cosas han cambiado para beneficio de los clientes. Si nos hubieran dicho que los clientes, en un futuro, no tendrían necesidad de "pisar" la oficina para efectuar sus operaciones, hubiéramos tachado de loco al "profeta". Mis compañeros estarán de acuerdo conmigo, que aquella época era más romántica que la actual…imposiciones a plazo, libretas de ahorro, valores y por supuesto cuentas corrientes…por suerte no se habían "inventado" las "jodidas" preferentes, ni deuda subordinada, ni fondos de inversión, ni SICAV, etc. Todo esto acompañado del sistema informático, ha llevado a la reducción de plantillas al mínimo exponente.

Otro cambio ha sido la obra pública en general, esto vivido como espectador, ya que mi abuelo paterno trabajaba en Obras Públicas como conductor de una apisonadora, una maquina que por cierto se ha convertido en monumento y se puede admirar en la rotonda de Es Mercadal. Lo mismo que la banca, en cuanto a personal y medios para efectuar los pertinentes trabajos, pero de una forma u otra, su trabajo era de una calidad notable.

El pasado fin de semana, vatuadell cent llamps, ha sido muy lluvioso y, cuando llega el diluvio ya tenemos varias zonas del polígono industrial de Mahón que se convierten en lagos, y los coches, en tanquetas anfibias. Pero lo que es de juzgado de guardia es el recién construido parking del nuevo Hospital Mateu Orfila, lo que se produce en él no son charcos, son auténticas piscinas "públicas". A los sufridos usuarios, cuando ha llovido, se les tendría que proporcionar botas de agua – es una pena que ya no exista "sa fabrica de gomas" de Ca´n Codina – o como me comentaba una joven que intentaba acceder a su vehículo, que cuando era niña usaban como zancos, los potes vacíos de Cola-Cao, con sus cuerdas pertinentes. Hoy los botes de Cola-Cao sirven para otras cosas (si no que se lo pregunten a Antònia Ordinas).

Otra obra pública reciente que padece los mismos embalsamientos es el paso de peatones enfrente del cuartel de la Benemérita, en la carretera de Sant Lluis, menos mal que los conductores son prudentes ya que cuando divisan este lago, aminoran velocidad y lo driblan para no mojar a los peatones de la acera. Si vivim coses veurem.

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