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Estilos de vida y memoria en el anciano

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La pérdida de la memoria es progresiva y lenta a medida que envejecemos, sin embargo este declive puede atenuarse manteniendo una serie de hábitos saludables. Comparándolo con un músculo, al cerebro, clásicamente se ha supuesto que si se le entrena, o se mejora la memoria o    no empeora, como vimos en algún comentario anterior (MENORCA• «Es Diari». 10-03-2022:29). ¿Pero es el entrenamiento mental el principal factor que nos ayuda a mantener la memoria en la tercera edad?.

Sabemos que otros estilos de vida de alguna manera influirían en este declive, fueran hábitos tóxicos como el tabaquismo o la ingesta de alcohol (ya hablamos de ello en un escrito anterior, MENORCA • «Es Diari» 29-08-2022:32), la alimentación o el ejercicio físico, ciertos medicamentos... hasta los factores de riesgo cardiovascular (hipertensión arterial, colesterol...).

La pérdida de memoria es un signo de envejecimiento del cerebro pero no tiene porque significar que se tienen los primeros síntomas de demencia, de enfermedad de Alzheimer.

En ciertas personas en las que existe una predisposición genética como las que son portadoras de unos genes específicos (genotipo apoliproteína E -APOE    εƐ4), o en aquellas con enfermedades crónicas, tal vez es más complicado, pero siempre existe alguna posibilidad de mejoría como veremos en este comentario.
Un comentario que tiene su interés pues valora algo que normalmente creemos fijo, el determinismo de nuestración genética con respecto a la memoria y la demencia, y como la interacción con los estilos de vida puede modificarse este pronóstico.

El estudio COAST (the China Cognition and Ageing Study) estudió a una cohorte (amplia población) de personas mayores de 60 años seguida prospectivamente en diferentes regiones de China (norte, sur y oeste) a partir de mayo del 2009 y con diferentes fases en relación con la adherencia y/o combinación de ciertos estilos de vida y su asociación con la prevención de la pérdida de memoria en personas mayores sanas y en otras, que aunque sanas, tuvieran una susceptibilidad génetica ( gen APOE Ɛ4) a la pérdida de memoria, pero sin alteración neurológica en dicho momento.

El objetivo fue, por tanto, investigar la asociación entre los estilos de vida y la memoria en personas mayores con memoria normal. Hay que decir que aquellos individuos que sufrieron demencia o lo conocido como una fase previa, la alteración cognitiva mínima, durante el seguimiento, fueron excluidos del análisis.

Para evaluar el estado cognitivo se utilizó el conocido test Mini-Mental State Examination que evalúa la orientación, la atención, el cálculo, la función ejecutiva, el lenguaje... con el que descartar la demencia. Y para la memoria con un test al efecto, el World Health Organization/ University of California-Los Angeles Auditory Verbal Learning Test.

Todas las personas participantes tenían una cognición normal y se tenía conocimiento de su situación genética (APOE) al respecto en el 2019, y fueron seguidos hasta su fallecimiento, retirada o finalización en diciembre del 2019 (10 años).

Se evaluaron seis estilos de vida que pudieran influir en la memoria:

1 - Una dieta sana, 2 - Un ejercicio físico regular (≥150 min de ejercicio moderado o ≥75 min de intensidad intensa), 3 - Tener contacto social activo (más de dos veces semanales), 4 - Tener una actividad cognitiva activa (leer, escribir, juegos... dos veces por semana), 5 - No fumar y 6 - No beber alcohol. Si cumplían cuatro de estos factores se consideraba que pertenecían a un grupo favorable; si solo tenían 2 o 3 a un grupo intermedio, y aquellos que no tenían ningún factor al grupo desfavorable.

En total se evaluaron a 29.072 personas (72,3 años de edad, 48% mujeres) entre los que el 20,43% eran portadores del gen APOE Ɛ4.

Los integrantes de grupo favorable en estilos de vida a los 10 años tuvieron una pérdida de su memoria inferior que aquellos del grupo desfavorable, de la misma manera que aquellos portadores de APOE Ɛ4 del grupo con un comportamiento favorable su declinar fue más lento que los del grupo desfavorable.

Concluyeron con ello que los estilos de vida favorables, dieta sana, ejercicio, actividad mental, tener contacto social y no consumir ni tabaco o alcohol, se asociarían con una reducción en la velocidad en la pérdida de memoria debida a la edad, incluso en aquellos portadores del gen APOE Ɛ4 .

De todos estos los factores, y volvemos al inicio del escrito, aunque nos parezca sorprendente, la dieta saludable sería el factor más potente para mantener la memoria, seguido de la actividad mental y el ejercicio físico. Y beber alcohol el último en orden de importancia, que también sorprende.

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