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Sobre la posible causa tóxico-ambiental del Parkinson

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En diferentes ocasiones he hablado de los diferentes factores que podrían provocar la enfermedad de    Parkinson. Y es que al margen del envejecimiento de la población,    las causas debidas a mutaciones genéticas (en solo un 15 por ciento de los casos) o por traumatismos en la cabeza, deberían existir otros agentes ambientales no del todo conocidos.

Unos factores ambientales que probablemente son la causa de que esta dolencia vaya en aumento. Así, en EEUU, comentan Dorsey, E. et al en una revisión publicada en «Journal of Parkinson's Disease» recientemente,    se han doblado los casos diagnosticados en 30 años y que a este ritmo estiman se volverán a doblar en el 2040.

Estos autores revisan un    hecho no del todo valorado que es el de los pesticidas o los tóxicos ambientales como causantes de la enfermedad de Parkinson, y en concreto un producto común, que apuntan podría estar relacionado con esta patología.

Se trata del tricloretileno (TCE), un producto químico corriente, comercializado allá por el 1920 y que tiempos ha (hasta el 1970, leo) se llegó a utilizar para descafeinar el café y que en la actualidad se encuentra    en ciertos líquidos utilizados como refrigerantes, como desengrasantes de metales, en la limpieza de productos electrónicos, en la limpieza en seco de tejidos, en aeorosoles, en decapantes de pinturas... Un producto que hasta el momento lo han hecho responsable, según dicha fuente, del incremento de esta enfermedad en hasta un 500 por ciento.

Una situación al parecer ya conocida desde que a partir del 1969 se fueran    publicado casos aislados y pequeños estudios que mostraban la relación entre la exposición a esta sustancia y el parkinson al tiempo que se realizaban estudios que reproducían los efectos de la misma en animales.

Comentan como su exposición puede ser más amplia de lo que pensamos pues es un producto que puede contaminar el aire que respiramos y el agua que bebemos, por lo que se trataría de un contaminante ambiental.

Su mecanismo como otros tóxicos ambientales se centraría en que al ser lipofílicos (solubles en grasas) se distribuirían por los tejidos del cuerpo especialmente en el cerebro y al    dañar a las mitocondrias de las células alteraría el funcionamiento de estas. En este caso son especialmente sensibles las neuronas dopaminérgicas relacionadas con el parkinson, algo que se ha demostrado con modelos animales, apuntan.

Esta revisión de la literatura concluye que se necesitan más estudios al respecto que refuercen dicha asociación.

Como se ve el tema de los tóxicos ambientales y sus efectos en la salud cobran cada vez más importancia y con gran probabilidad son la causa aún no del todo conocida de muchas enfermedades degenerativas. Y es que es un tema que a la falta de estudios, de evidencias, nos pueden exponer a riesgos para la salud en muchas ocasiones graves.

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