La ultima semana se ha caracterizado para los voluntarios de la Isla del Rey, en compartir junto a nuestra colonia italiana, autoridades y la tripulación del Buque Escuela «Palinuro», los actos conmemorativos de la llegada a nuestro Puerto un 9 de septiembre, de los náufragos del acorazado «Roma» muchos de ellos atendidos en el entonces Hospital Militar de la Isla del Rey. Bien sabe el lector que custodiamos en una sala del recuperado Hospital, la memoria de aquella tragedia y de aquellos «marinaios», veintiséis de los cuales quedaron para siempre entre nosotros.
Pero la presencia de varias asociaciones italianas de veteranos, la de un familiar del Almirante Bergamini que mandaba la Flota y se hundió junto a 1.400 de sus hombres en las profundas aguas del golfo de Asinara, pero muy particularmente la lectura del recién reeditado libro de Marenco «Buques de guerra italianos retenidos en las Baleares tras el 8 de septiembre de 1943» nos han proporcionado nuevos datos y circunstancias que rodearon aquella tragedia. La prensa de aquellos días no refleja ninguna noticia de lo sobrevenido en nuestro Puerto, por un lado; por otro Marenco revive lo que en paralelo sucedía en Mallorca, a la vez que las llegadas a Palamós y Blanes de otros náufragos y la posterior concentración de todos ellos en Caldas de Malavella, previa a su evacuación a Italia a finales de 1944 dada su condición de «náufragos de guerra» amparados por los Convenios de La Haya.
Marenco relata lo que denomina »Los efectos de la marea», tras la llegada el día 9 de Septiembre de los cuatro destructores que trasladaban a los supervivientes del Roma: «Mitragliere» que había recogido 277, «Carabiniere» 112, «Fuciliere» 108 y «Régolo» 23. Otros tres, «Pegaso» «Impetuoso» y «Orsa» que participaron también en el rescate de otros 102, corrieron diferente suerte: los dos primeros auto hundidos por su tripulación en aguas de Mallorca; el tercero internado en Palma.
Refiere Marenco la llegada a Mahón el siguiente día 13 de la lancha motora de salvamento «Rama 1021» de la Regia Aeronáutica, con distintivos de la Cruz Roja. Por la tarde del 14 amerizaba un hidroavión Ro43 de la aviación embarcada del «Roma». Al informar el piloto que otro avión igual se había visto obligado a amerizar a unas 50 millas de nuestras costas se preparó su recate. El CF Marini que mandaba las fuerzas llegadas el día 9 pidió, apoyo a la Base Naval que carecía de medios para el salvamento. El Comandante de la Base CN. Benito consintió que se utilizase la «Rama» aun discutiendo el tipo de bandera que debía enarbolar. »Hacia las 2 de la madrugada del 14 al 15, recogió a los dos náufragos del segundo Ro43 uno de los cuales era el capitán Scarpetta de la Regia Aeronáutica, jefe de la unidad de aviación embarcada en el acorazado Roma. El avión se hundió al tratar de ser remolcado. El Ro 43 fue autorizado el día 21 a desplazase a Son San Juan y unirse a otros aviones de la Regia Aeronáutica.
Por la tarde del 16 de septiembre llegaba también a nuestro Puerto la barcaza de desembarco 780 al mando del aspirante Alfonso Fappiano: llevaba 15 hombres de tripulación, dos oficiales de pasaje y en el curso de la travesía había recogido a siete náufragos del «Vivaldi». Este destructor fue también atacado por la aviación alemana a últimas horas de la tarde del 9. Se hundiría a las 1130 del dia siguiente, tras iniciar a las 053 las tareas de abandono del barco. Sus náufragos fueron recogidos por hidroaviones alemanes (23) una patrullera también alemana (47), un hidroavión americano (2) el submarino británico Sportsman y la citada lancha motorizada MZ 780 (7) que llegó a Mahon el día 16. No obstante la mayor parte de su tripulación llegó con medios del propio destructor tras siete días de navegación sin instrumentos, víveres y agua, el día 17 a Blanes (48) y a Palamós el 18 (43). Sesenta se habían hundido con el «Vivaldi». Con el, navegaba el «Da Noli» fuera de la formación de la Flota de Bergamini. Ambos se dirigían a Civitaveccia para embarcar al Rey Victor Manuel y al gobierno de Badoglio. Se hundiría el fatídico 9 de septiembre a las 17.50 provocando la muerte de 228 de sus 267 tripulantes por la acción de un campo de minas alemán situado en Cabo Fenu, Córcega.
Sigue estremeciendo el relato de aquellos días, relato que Marenco describe con maestría y sentimiento en su obra, de enorme interés no solo para nosotros sino también para quienes se interesan por lo que representó la Segunda Guerra Mundial, de la que España -en dificilísimos equilibrios- pudo escapar.
Luis Alejandre Sintes
Presidente F.H.I.R.