Que los centros históricos de las localidades menorquinas se han afrancesado es una evidencia. En los últimos años se han sucedido las compras de casas y las rehabilitaciones a cargo de los nuevos inversores. Tanto es así que los propietarios de inmuebles –algunos de ellos una inmensa carga por su antigüedad y coste de mantenimiento–, suspiran por que un galo encuentre ese je ne sais quois en su vivienda a la venta y le resulte atractiva por una jugosa cantidad que un residente local no querría o podría pagar.
Se asume con astuto olfato para los negocios que ciertas fincas van destinadas a la gente de fuera. Así, en un cartel manuscrito en la calle s’Arraval de Maó se intenta esa conexión con el posible comprador, un mensaje en castellano y en un incompleto francés interpela a un determinado cliente. «Esta casa está a la venta ¿es para ti?». El precio es a consultar y se puede intuir que no es para la mayoría de menorquines. Curiosos abstenerse.