Sobre educación y tonterías
Sucede, a veces, que después de leer un artículo de opinión en algún medio de comunicación y de reflexionar sobre las ideas que en él se exponen, uno se queda con la impresión de que su autor posee sólo unas ideas vagas y confusas del asunto sobre el que diserta, y que sus tesis parecen sustentadas en razones que no incluyen el conocimiento profundo del tema y el análisis sereno y no doctrinario.
Algo de esta sensación es la que tuve no hace muchos días tras leer en la página editorial de un periódico local del jueves 21 de este mes los comentarios del articulista sobre un posible pacto entre el PSOE y el PP en materia educativa.
En primer lugar, pienso, en contra de la opinión del periodista, que no es que sea urgente, es que es urgentísimo, vital, nos va en ello el futuro de los jóvenes, ya sobradamente mal enseñados y mal educados por las leyes vigentes, (cuyas consecuencias están pagando ellos, siendo inocentes) que los dos partidos políticos lleguen a acuerdos sensatos y realistas sobre una imprescindible reforma educativa seria que contemple objetivos a largo plazo, la regeneración de valores perdidos y tenga por horizonte la excelencia, dejando de lado electoralismos populistas que tanto daño han causado.
En segundo lugar, disiento de nuevo de la afirmación de que el PP no ha presentado programas educativos. El articulista da prueba de muy flaca memoria cuando olvida la Ley de Calidad, por ejemplo, presentada por este partido y derogada deprisa y corriendo por el líder Zapatero, justo al día siguiente de su llegada a La Moncloa. Y, en tercer lugar, disiento otra vez de la opinión, frívola, de calificar de tonterías las propuestas de fortalecer la autoridad de profesor y de alargar un curso el bachillerato.
Con el objeto de sustentar mi opinión, contraria a la del autor del artículo, de que las dos propuestas citadas pueden significar el punto de partida básico para emprender el camino, que será difícil, muy difícil de recorrer, hacia la salida del embrollo educativo en que nos encontramos y en el que nos metieron, hace años, políticos y pedagogos doctrinarios, invito al lector interesado a que retroceda conmigo en el tiempo hasta situarnos en la época en que el veredicto de las urnas dio al Sr. Felipe González el gobierno de este país, y en los años en que el nepotismo y la corrupción eran el pan de cada día.
Con ser gravísima la corrupción felipista, que dejó a la Seguridad Social arruinada, a España en calzoncillos y llevó a varios ministros socialistas a la cárcel, el daño mayor que se causó a la sociedad, sin ningún género de duda, fue la destrucción de un sistema educativo que había mostrado durante años una calidad y un rendimiento nada desdeñables (que hacía, por ejemplo, que los físicos provenientes de la Universidad de Barcelona fueran apreciados en toda Europa, mientras que ahora faltan titulados superiores como médicos e ingenieros) y la imposición de un modelo pedagógico basado en unos postulados ideológicos, no académicos, ya por entonces obsoletos, que había fracasado en todos los lugares donde se había aplicado. Se desposeyó de toda autoridad (del verbo latino "augeo": hacer crecer) al profesor, con lo que se le privó de la herramienta imprescindible para conseguir en el aula trabajo, disciplina responsable y exigencia, y se le expuso, indefenso, a las impertinencias, las iras y las agresiones de alumnos y padres descerebrados. Paralelamente, su autonomía educativa se vio relegada a la de simple peón, obligado a aplicar a rajatabla unos métodos dictados por el alto mando, que entraban en contradicción frontal con toda su sabiduría pedagógica y su experiencia acumulada durante años de exigente trabajo cotidiano en el aula.
Por si esto fuera poco, el dogmatismo ideológico imperante impuso un bachillerato comprimido, el más corto y el más pobre de toda Europa; y mientras se prestaba toda clase de ayudas a los alumnos vagos, torpes o no interesados en el estudio, los trabajadores, interesados e inteligentes eran abandonados a su suerte, con lo que su preparación, paupérrima, obstaculizó gravemente su ingreso a estudios superiores.
Se proscribió la autoexigencia, el rigor, la perseverancia, el esfuerzo y la inteligencia y se premió la torpeza, el desinterés y la vagancia; se entronizó el igualitarismo de mínimos y la mediocridad; se favoreció la promoción de curso inmerecida y se regalaron títulos de una manera que causaba rubor e indignación a los profesionales responsables. Todo ello con la intención de engordar y maquillar las magras estadísticas. No sirvió de nada. La realidad implacable se fue imponiendo poco a poco y a lo largo de los años que han transcurrido desde aquella tropelía antisocial que relegó a los adolescentes españoles a la cola de los europeos en materia educativa, donde todavía siguen, todos los estudios, todas las estadísticas, todos los datos, absolutamente todos sin excepción, han ido mostrando el fracaso, cada vez más patente, de las leyes educativas socialistas.
Y todos los intentos que, a lo largo de este tiempo, se han producido de introducir sensatez, realismo y rigor en la escuela, entre otros la mencionada Ley de Calidad, por ejemplo, se han estrellado en el muro del dogmatismo ideológico que, ciego y sordo a los resultados, se empecina en creerse poseedor exclusivo de la verdad absoluta y en considerar la enseñanza y la educación patrimonio de su propiedad.
Ahora, cuando el fracaso estrepitoso de la escuela española ha dejado de ser un tema ocultado y ha salido a la luz pública a raíz de la publicación de los resultados de los estudios internacionales y la sociedad está sufriendo las consecuencias de los errores cometidos y recogiendo los frutos ineludibles de lo que se sembró, los responsables políticos de turno, impermeables al sentido común y al realismo, se afanan en poner parches y remiendos del mismo paño que el que causó el desastre, y chapuza tras chapuza se niegan a llevar a cabo las reformas drásticas necesarias para poder salir del abismo al que nos llevaron sus predecesores .
Así, una de sus últimas ocurrencias ha sido la de coaccionar al profesorado obligándole, de darse el caso, a justificar ante la autoridad educativa las razones del elevado número de alumnos con evaluación negativa; como si la escuela fuera una fábrica de zapatos donde todo es previsible y planificable y el oficio de enseñar a adolescentes inmaduros no fuera un camino tortuoso surcado de imponderables.
Sin embargo, la ocurrencia más genial, la que, sin duda, pone de manifiesto el marasmo de irrealidad e ignorancia en el que chapotea su autor, es la de regalar ordenadores a los alumnos con el objetivo de mejorar su rendimiento. ¿Pero es que alguien, aunque sea sólo de medianas luces, puede creer que los problemas de la enseñanza se van a arreglar solos, como por arte de magia, simplemente regalando ordenadores a los niños? Pues parece que nuestro lúcido Presidente del Gobierno, sí.
Llegados a este punto, supongo que el lector que haya tenido la paciencia de seguirme hasta aquí habrá llegado ya a la conclusión de que, en mi opinión, lo que realmente constituye una tontería, y de las gordas, es calificar de tonterías las propuestas referidas a fortalecer la imprescindible autoridad del profesor en el aula y a aumentar en un curso la duración del bachillerato.
Jaume Llabrés Casasnovas
profesor de Educación Secundaria
Sa nova plaça dels pins
En breu s'inaugurarà la remodelació de sa plaça des Pins i com Ciutadella Antiga ha participat activament alhora de donar opinió al respecte voldríem valorar-ne el resultat així com el seu procés.Van haver dubtes de si s'havia de fer aquesta remodelació o no, tot coincidint en el canvi de govern al nostre ajuntament i el poc temps per decidir sobre les propostes a presentar al Pla E del Govern estatal. Ciutadella Antiga des del primer moment tenia clar que sí s'havia de dur a terme aquesta millora, degut sobretot al dramàtic estat d'abandó que havia arribat la plaça. Del projecte inicial que es va aprovar al que finalment s'ha executat hi ha diferències substancials. L'Ajuntament va posar molts esforços per donar la veu a la ciutadania, però tothom donava la seva opinió, sigui individual o col·lectiva, i es va intentar convenir aquesta participació ciutadana. El resultat foren tota una sèrie de rellevants modificacions, la més significativa, el canvi del sòl; d'una terra compactada per la terra actual. La terra compactada, fou valorada negativament com una mena de formigó maquillat, però havia de permetre passejar per tota la plaça i ara els cotxets infantils, entre d'altres, tenen dificultats per fer-ho. A més, açò va provocar una sèrie de segones modificacions que van desvirtuar la concepció del projecte inicial. Alguns d'aquests canvis foren positius i altres negatius. A Ciutadella Antiga el que va saber-nos més greu és que alhora de projectar la nova plaça no es tingués en compte que a la zona s'haurien de posar les terrasses dels bars. Açò no vol dir que la plaça s'hagués de configurar expressament per les terrasses com alguns van voler veure, sinó que les terrasses s'adaptessin a una plaça que les ha tingudes en compte i que les ha volgudes integrar dins el paisatge. Aquest tema, fins que no s'acabi de consensuar l'ocupació de la via pública, ara en procés de canvi, no sabrem com queda finalment. Per açò ens segueix preocupant.
Un cop finalitzada la plaça és cert que s'hi veuen errors a corregir: accés al servei de minusvàlids per la terra, manca d'inversió en el parc infantil, ús de mobiliari vell, casetes amb motors, passos massa estrets, ni una sola paperera, manca una senyal de no passar motos a l'eix peatonal, etc. La majoria defectes rectificables. Però val a dir que de forma global i estètica ens agrada. L'eix peatonal que uneix plaça i nucli antic és fantàstic per passejar, el fet que estigui tot al mateix nivell també és un gran avanç. De totes maneres, serà el temps que dirà si la plaça recupera la vida que hi tenia i la seva funcionalitat és adequada. Però per aconseguir-ho, no n'hi ha prou amb el que s'acaba de fer. Tan important com la construcció és el seu manteniment. Ens demanam com es vigilarà el tema de jardineria, el tema de neteja, on aniran els firaires de Sant Joan (màxims responsables dels desperfectes que s'ocasionen a la plaça). Però en definitiva, si es té cura d'aquestes coses, creiem que pot ser una gran plaça per a Ciutadella i perquè la puguin gaudir tots els menorquins.
Junta Directiva