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Cartas de los lectores

Hartos de la Justicia dependiente
Desde que en el año 1985 un drástico cambio legislativo atribuyó al Parlamento la elección de todos los miembros del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), máximo órgano de gobierno de los jueces, el poder político dominante ha ido ocupando de manera incesante el espacio constitucionalmente acotado al Poder Judicial provocando tal grado de politización y progresiva merma de su independencia que al día de hoy España ocupa en el ranking mundial (según el Word Economic Forum on Judicial Independence) el puesto numero 57, detrás incluso de países situados en la órbita del tercer mundo.

Un decadente proceso que hace tiempo rebasó los límites de lo democráticamente tolerable y en el que han participado todas las sucesivas mayorías políticas que se han alternado en el Gobierno durante estos lustros guiadas por su común afán de debilitar y reducir a la mínima expresión ese contrapoder al que nuestra Constitución encomienda velar por la igualdad de todos en la aplicación de la Ley y por el efectivo respeto a los derechos fundamentales y libertades publicas en ella proclamados.

En enero del 2010, para denunciar y poner freno a esta situación impropia de un Estado de Derecho y para que la opinión pública tomase plena conciencia de su gravedad, 1.500 jueces y magistrados de todas las tendencias ideológicas y asociativas decidieron suscribir un extenso documento denominado "Manifiesto por la despolitización y la independencia judicial en el que, tras hacerse un análisis de este proceso de contaminación política y degradación de la independencia de la Justicia, se proponían 7 objetivos básicos que se consideraban indispensables para restituir al Poder judicial y a cada uno de sus depositarios la independencia y la dignidad exigidas no sólo por nuestra Constitución sino también por numerosos textos europeos e internacionales, el más reciente de los cuales es la Carta Magna de los Jueces Principios Fundamentales de 17-11-2010 adoptada por el Consejo Consultivo de Jueces Europeos del Consejo de Europa.

Pero esta firme denuncia cívica de los jueces no sólo ha sido ignorada por todas las instancias gubernamentales y fuerzas políticas parlamentarias (la ciudadanía apenas se ha enterado) sino que, peor aún, su reacción ha sido incrementar aún más la intensidad y celeridad del proceso de politización articulan do múltiples iniciativas normativas encaminadas a hacerlo irreversible.
Guillermo Alonso de Armiño Erce
Hartos.org
Maó

Bárbaros sin nombre
Para imponer sus ideas, / las únicas y verdaderas, / no tienen otra manera / que usar, en vez de palabras, / la pistola, el "molotov", / el secuestro o la emboscada, / la lapa de "goma dos", / el bombazo y la extorsión, / creyéndose salva patrias / de su sangre y de su raza.

En silencio el pueblo piensa / que ante tamaña locura, / más valdrá la inteligencia / que el jayán que no discurra, / donde no medró la duda / hará mella la paciencia, / que con la razón y el tiempo, / como demuestra la historia, / se socavan los cimientos, / quedando apenas la escoria / del jarocho violento.

Nadie supo de la mano / que le disparó al poeta / que hablaba de los gitanos, / como al fin nunca que sepa / de aquel que apretó el gatillo / sobre un muchacho de Ermua, / pues las grandes ignominias / quisieron ser siempre anónimas: / "Los gulags y los treblinkas, / los apartheids, hiroshimas, / paracuellos o guernicas", / negras banderas de gloria / de vanos liberticidas.

El pueblo llano no olvida, / guarda fiel en su memoria / los nombres de Ortega Lara, / de Ordóñez y de Múgica, / Zamarreño, Blanco o Casas... / de tantos y tantos otros / que su suma ya da grima, / inocentes que dan rostro / a esa sinrazón sin tasa, / que en ellos más culpa no había / que la de estar entre lobos.
Jesús Torres
Maó

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