La historia es caprichosa, y en ocasiones se vuelve a repetir. Recordémosla. Hace 6 décadas corría el año 1953 cuando Alemania se encontraba en una gran crisis después de acabar la segunda guerra mundial, prácticamente en la quiebra, sus deudas externas ascendían a 38.800 millones de marcos de entonces y sin posibilidad alguna de pagarlas. Era imposible que pagaran la deuda sin afectar a la economía productiva o los derechos sociales de los ciudadanos.
De la veintena de países acreedores, los principales eran Estados Unidos, Francia, y la que más Inglaterra, pero también había otros países, y curiosamente entre ellos Grecia, España, Italia. Estos se reunieron durante seis meses ese año 1953 en Londres para tratar el grave problema, que tuvo como resultado el llamado «Acuerdo de Londres» donde se acordó perdonar parte de la deuda a Alemania, realizando una quita en un 62,6 por ciento, y acordar un calendario de pago del resto 14.500 millones. Esta deuda se terminó de pagar por parte de Alemania hace muy poco, en el año 2010.
Una de las razones de la quita a Alemania fue el no repetir los errores del pasado, como fueron las duras condiciones de paz impuestas a Alemania tras su derrota en la I guerra mundial, que conllevaría a una grave crisis social en el país y al nacimiento del Nacionalsocialismo de Hitler, que desembocaría en una nueva guerra mundial.
El hecho de ser perdonada en nada menos que 24.300 millones de marcos de entonces permitió a Alemania su rápida recuperación y conseguir alcanzar la cabeza en el crecimiento económico en Europa, así como entrar en instituciones mundiales como el Banco Mundial, FMI i Organización Mundial del Comercio.
Ahora la historia ahora se repite pero a la inversa, son los países como Grecia, Portugal o España que están endeudados, y Alemania en lugar de corresponder con generosidad a quienes le perdonaron, les exige sacrificios para controlar el déficit y pagar su deuda pública sin consideraciones, olvidándose de la historia reciente, y no teniendo presente que hoy Alemania no sería una potencia económica si no le hubieran condonado parte de su deuda los que hoy son sus deudores.
Alguien tendría que recordárselo a sus actuales dirigentes, y me parece que ese alguien ha llegado a Grecia, se llama Alexis Tsipras, el nuevo presidente del país heleno.