Debido a las desgraciadas circunstancias que estamos viviendo en parte del país, estamos en un momento en el que los ciudadanos nos hemos volcado con nuestros vecinos valencianos y estamos donando todo lo que podemos; desde alimentación, material de todo tipo para los trabajos necesarios de limpieza y reconstrucción, maquinaria, etc. Y dinero, mucho dinero.
No sé si al final de toda esta tragedia se dará a conocer la suma de las donaciones que hemos aportado los particulares para la causa a través de ONG, fundaciones y demás, pero más me gustaría saber el dinero con el que habrán contribuido los gobiernos estatal, autonómicos o europeo.
No logro entender que los valencianos afectados no tuvieran desde el minuto uno a su disposición todos los recursos necesarios para gestionar las labores de reconstrucción o poder tener asilo y comida de forma inmediata. Desde la ya famosa frase «Si necesitan ayuda que la pidan» al bloqueo de bomberos y cuerpos de seguridad de otras comunidades que querían salir de sus ciudades a ayudar y se topaban con la prohibición de sus superiores, que esperaban instrucciones del gobierno central. Bien, pues a estos profesionales no les quedó más remedio que acudir «camuflados» de paisanos (bravo por ellos). Es más, recuerdo ver en el telediario la cara de sorpresa de los bomberos franceses al ser recibidos al cabo de unos días y ver que eran los primeros en llegar a prestar ayuda.
Y con todo esto, ¿de verdad esperaban el presidente y los reyes que les recibieran con los brazos abiertos? Dejando aparte a los oportunistas y saqueadores, los valencianos se están haciendo valer y están demostrando que el pueblo sabe gestionar los recursos materiales y humanos mejor que los que supuestamente deberían saber hacerlo.
Pero el tema en el que quería profundizar es el de las donaciones. Y es que todo esto no sería posible sin las aportaciones que hacemos a entidades no lucrativas, las ONG, aunque también se han movilizado muchas empresas privadas para hacer llegar material necesario o incluso donar económicamente. Esto último es lo que se llama una acción «win-win»; la empresa colabora de una forma solidaria, lo cual es una estupenda herramienta de márketing, y los afectados reciben la ayuda necesaria. Todos ganamos.
Seguro que la mayoría nos hemos preguntado si de las aportaciones que hacemos llega el dinero íntegro a su destino final; ¿qué es mejor, aportar dinero o hacer donaciones palpables (víveres, material de higiene, herramientas, etc.)?
Es complicado decidirse, puesto que aportando dinero no tenemos constancia de que se materialice el 100 por cien de nuestra donación; hay muchas personas trabajando en estas entidades y no todas pueden permitirse hacerlo de forma altruista, necesitan un sueldo para vivir; al igual que deben utilizar fondos para costear la publicidad que vemos en periódicos, televisión o móviles. Lo que es evidente es que ellas mismas son las que pueden saber mejor las necesidades y, por tanto, las mejor indicadas para gestionar esos recursos y materializarlos. Queremos creer que así es, pero cuando se trata de organizaciones digamos más fuertes y sólidas que ya atienden a otras necesidades que tenga el país, como ayuda a refugiados, escolarización, etc., ellas mismas van a encauzar el dinero de la forma que consideren más apropiada según sus necesidades globales. Y con esto no quiero decir que no haya que ayudarles, pero si queremos tener mayor seguridad de que nuestra donación llega a un destino concreto, es más eficiente si lo hacemos llegar a través de entidades locales y pequeñas organizaciones.
Sin embargo, si analizamos a grosso modo la cantidad de impuestos que pagamos los ciudadanos y vemos que aun así es necesario que hagamos «aportaciones extras» para salvarnos a nosotros mismos (puesto que sale de la misma saca), llegamos a la conclusión de que nos toman por ignorantes.